Nuestro modelo de escuela, siguiendo el ejemplo histórico de los musulmanes, es de apertura y de íntima conexión con el lugar donde se encuentra. El carácter del Din del Islam es abierto, orgánico, universal; aplicable en cualquier situación. Al Andalus School, por tanto, pretende ser una ‘escuela abierta’, que implica todo lo contrario a construir en una burbuja. Bien insertados en la zona, hemos de establecer estrechas relaciones con los vecinos (todo tipo de asociaciones y entidades oficiales y privadas) y mostrar claramente lo que somos y cómo vivimos, aportando a la sociedad, desde los valores y el conocimiento de la tradición que asumimos y representamos, respuestas válidas a los retos de este tiempo.
El propio centro educativo representa en sí mismo una extraordinaria oportunidad de aprendizaje de la coexistencia. Compone de alguna manera una ciudad educativa, una medina, en la que lo social no destruye al individuo, ni el individuo es un peligro para la sociedad. “La sociedad tiene que ser capaz de darnos acceso a nuestra interioridad propia −en palabras de Sheij Dr. Abdalqadir As-Sufi−. Una sociedad verdaderamente humana no puede lograrse a menos que el compromiso último de la sociedad no sea sólo su supervivencia, el progreso o la expansión, sino más bien la realización del significado del hombre en esta vida”.
En este sentido, la escuela por sí misma no es garante de la transmisión de las mejores cualidades de carácter. La nobleza es el fruto de una sociedad “limpia”. La integridad de la identidad personal y la buena integración social están indeclinablemente ligadas a la corrección en las relaciones y transacciones humanas de toda naturaleza. La escuela del Sheij, por consiguiente, persigue convertirse en un factor de dinamización de lo social, especialmente en el marco de la sociedad musulmana.
Lo que hemos de intentar fortalecer son los lazos de cohesión comunitaria. “Para enseñar a un niño hace falta toda la tribu”, enseña el viejo proverbio africano. La alternativa islámica al estado de parálisis social actual se fundamenta en restaurar los elementos esenciales de una verdadera socialización. Y la clave de la cohesión social estriba en evitar que se produzca un vacío existencial entre una generación y otra.
Lo que es importante es la regeneración desde la edad infantil hasta la vejez –hoy tan despreciada por estar fuera de la ‘edad productiva’−, de tal forma que cada generación cumpla, a través de la palabra y del ejemplo, y de sus experiencias vitales genuinas, su papel de transmisión a los más jóvenes.