Al Andalus School

La escuela no puede ser entendida como un lugar donde los niños reciben un simple conjunto de materias y asignaturas, sino como una sociedad de la que forman parte integrante, una unidad social fuertemente entrelazada… Es imprescindible comprender esta cuestión, importantísima, si realmente queremos poner en práctica −y con ello establecer un modelo−, este concepto de escuela; porque no partimos de cero, sino aún más atrás; la gran mayoría de los padres, y los propios maestros, hemos mamado una forma de escuela muy determinada y determinante. Cambiar esquemas, clichés, actitudes, maneras… es mucho más difícil en la práctica diaria que sobre el papel. La escuela en esta sociedad ha sido un elemento de frustración para mucha gente, y todos en general tenemos una idea muy marcada sobre el asunto. No hablemos ya del ritmo de vida al que estamos abocados en estos tiempos frenéticos y del servicio de “guardería” tan importante que cumplen las escuelas hoy en día.

La educación sólo lo es realmente cuando contempla a cada persona en el contexto de su vida entera. Lo importante –educativamente hablando− es el devenir, el propio proceso de reeducación continua hacia el perfeccionamiento que no acaba sino con la muerte. De otra forma no puede entenderse el trascendente sentido de cada etapa de la vida. Y esto ha de guiar la educación de una persona sin que en ningún momento se pierda de vista… Lo que importa es una regeneración desde la edad infantil hasta la vejez –hoy tan despreciada por estar fuera de la “edad productiva”−, de tal forma que cada edad cumpla su papel como transmisora, a través de todas las etapas del crecimiento, de las experiencias vitales propias, de los más valiosos aprendizajes a las nuevas generaciones.

Ante la tentación de caer en la obsesión por los resultados, especialmente de los resultados académicos, y en la medida en que cada edad requiere, cada estudiante ha de entender por qué está aprendiendo. Implicación de los niños en todo el proceso. El esfuerzo es necesario y la mejor motivación es la que viene desde uno mismo. Conocerse a sí mismo; conocer lo que me rodea, la vida, el mundo; conocer al Creador. Todo lo que esto supone de entendimiento, de encontrar respuestas y soluciones, de confianza y seguridad.

El trabajo ha de ir dirigido en pos de un florecimiento completo de la persona, en todos los aspectos. Ha de reunir los más altos niveles académicos, la adquisición de las herramientas intelectuales fundamentales, la capacidad de desarrollo de las diversas facultades, con particular énfasis en la formación del carácter.

Y es esencial entender que hemos de atender todos los tipos de talento, no circunscribirnos sólo a aquellas materias y aspectos que este sistema mercantil valora por encima de todo. En ese sentido, hemos de abrir el marco de posibilidades: la música y el arte en general, el desarrollo de la creatividad y las diversas formas de inteligencia. La recuperación de la cultura −en un mundo a-cultural− que posibilite una sólida formación.

Y que todo ello ha de ser fundado en un perfecto equilibrio y en la congruencia entre todos los aspectos que conforman la escuela; plasmado en un diseño curricular circular, concéntrico, expansivo. El círculo representa la raíz, el corazón de una verdadera educación islámica, que paso a paso, expandiéndose en nuevos círculos, concéntricos a su centro, en ese proceso constante que Goethe llamó de intensificación, abarque paulatinamente mayores campos, todos los aspectos de la Ciencia. Lo importante es que se esté donde se esté en ese espacio ilimitado de expansión, ya sea en el principio, ya sea en cualquier otro nivel, se participa igualmente del núcleo, de la misma fuente.