Cuando la comunidad educa

Antes de iniciar mi charla quisiera decir unas pocas palabras sobre la presentación magistral de Sidi Mohammed Mujtar ayer. Como bien sabemos, la educación ha sido una de las primeras preocupaciones principales de nuestro Shaij, Shaij Abdalqadir – que Allah prolongue su vida. Y es muy probable que Sidi Mohammed Mujtar haya absorbido y comprendido la cuestión de la enseñanza de los niños y de los jóvenes más que nadie en la comunidad. Y ayer presentó ante nosotros de forma compiladora esta enseñanza que ha desarrollado a lo largo de los años. Es muy fácil decir en estas ocasiones “¡Oh si, que charla más maravillosa!” Y puede incluso recogerse en forma impresa en Islam Hoy o en otro lugar. O en un estante muy alto. Pero lo que digo con respecto a lo de ayer es que es una hoja de ruta, intensamente práctica y totalmente posible de poner en práctica. Y debo decir que ha de estudiarse párrafo a párrafo, con grupos de mujeres y grupos de hombres, especialmente aquellos que tienen hijos que necesitan ser educados ahora. Y cuando se estudie y se analice y las cosas que se puedan poner en práctica, se pongan en práctica. No están relacionadas con algo del futuro. Porque de lo contrario: ¿de qué sirve lo que el Shaykh nos ha estado enseñando si no actuamos?
También me gustaría decir antes de empezar que Shaij Ahmed me ha prácticamente robado lo que yo quería decir. Espero salvarme porque lo diré de una forma un poco diferente con lo cual el mensaje al menos será refrendado y repetido y llegará a donde debe llegar.
Bismillah
El tema de esta reunión, “Cuando la comunidad educa” es, en cierto modo, una espada de doble filo: implica que la comunidad es enseñada y que la comunidad enseña a los demás; en todo caso, mi afirmación es que, en realidad, son la misma cosa. Como todos sabemos, Allah, ta’ala, nos dice que solo nos ha creado para que Le adoremos y, como dijo Ibn al-Abbas, radiya’llahu ‘anhu, y muchos de los grandes comentaristas del Corán que vinieron tras él, la palabra “adorar” significa, en este contexto ‘conocer’; así pues, y dicho con otras palabras, la única razón por la que hemos llegado a la existencia es para poder conocer a Allah, ta’ala, nuestro Señor y Creador. Esto significa que nuestras vidas en este mundo pueden ser consideradas como un proceso educativo cuyo objetivo es obtener cada vez más conocimiento de la Realidad Divina, que es nuestra fuente original y nuestro destino final. Esto es algo que esclarece Ibn ‘Ashir al comienzo de su Al-Murshid al-Mu’in cuando dice: “El primer deber de toda persona responsable y capaz de razonar es conocer a Allah y a los Mensajeros mediante los atributos especificados en las aleyas”. Así pues, una gran parte de la vida del ser humano implica emprender este proceso de aprendizaje, algo que debe ser acometido si queremos cumplir de forma correcta el propósito para el que hemos sido creados.
Los atributos que menciona Ibn ‘Ashir en su gran poema educativo son, por supuesto, los que proceden del Corán y son detallados por Imam al-‘Ashari como base de su sistema de ‘aqida que nosotros seguimos. Siempre vale la pena repetirlos porque son los cimientos sobre los que se asienta nuestra creencia; son los siguientes: wuŷud, ‘existencia absoluta’; qidam, ‘pre-existencia eterna’; baqa, ‘continuidad eterna’; ghina, ‘riqueza absoluta’; mujalafa’l-hawadiz, ‘diferenciación con respecto a todos los seres creados’, y wahdaniyya de dhat, sifat y af’al, ‘unidad absoluta de esencia, atributos y acciones’. Estos atributos solo se aplican a la Esencia Divina y no son compartidos por ninguna otra criatura. Junto a ellos hay otros siete atributos: ‘ilm, ‘conocimiento’; qudra, ‘poder’; irada, ‘voluntad’; hayat, ’poder’; sam’a, ‘oído’; basar, ‘vista’, y kalam, habla. Estos Atributos Divinos son necesarios para la llegada a la existencia de los seres creados, y son prestados por Allah a esas criaturas Suyas de la manera que Él considera conveniente. Tal y como expresa Ibn ‘Ashir, todos nosotros debemos estudiar y comprender estos atributos y, como repetía Shayj Muhámmad Ibn al-Habib en muchas ocasiones, si lo hacemos, estaremos a salvo de los peligros del shirk, de asociar algo con la realidad Divina, al menos de forma manifiesta, y con ello podremos evitar cometer esa acción que es imperdonable y que elimina toda esperanza de obtener la misericordia de Allah.
Pero el hecho es que esta comprensión intelectual del tawhid, a pesar de ser sin duda fundamental, no es más que una pequeña parte de lo que implica comprender realmente la Unidad Divina. Shaij Abdalqadir nos ha repetido con frecuencia el célebre dicho de nuestro Din: “La tawhid biduni’r-rasul”, ‘No hay tawhid sin el Mensajero. El significado primero y obvio de esta frase es, por supuesto, que de no haber sido por nuestro amado Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, jamás habríamos tenido acceso al conocimiento de la unidad de Allah. Es el núcleo mismo del Mensaje que trajo desde su Señor al género humano. Sin el Mensajero no habría sido posible que dijéramos la ilaha illa’llah: sin Mensajero no hay Mensaje. Pero el asunto va mucho más allá. Sayyidatna Aisha, radiya’llahu ‘anha, nos dijo que su carácter era el Corán, que él encarnaba por completo el Mensaje de Allah. Y Shayj Muhámmad Ibn al-Habib dice en el Diwan que él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, es la manifestación más elevada de los Nombres de Allah y el secreto de Sus Atributos. Dicho con otras palabras, su comprensión de la Unidad Divina superaba todo tipo de expresión verbal o mero entendimiento intelectual, para llegar al ámbito de la experiencia real, de la demostración existencial más activa. Esto se elucida por completo con sus propias palabras, sallallahu ‘alayhi wa sallam: “Solo he sido enviado para perfeccionar las nobles cualidades del carácter”.
En toda la historia humana no ha habido un educador más encumbrado que el Profeta Muhámmad, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Dio a todos sus Compañeros una educación completa e integral. No enseñó a ninguno cómo leer o escribir. No enseñó a ninguno cómo contar o calcular. Lo que les enseñó fue el Din de Allah y, más en concreto, el tawhid, el conocimiento puro de la Unidad Divina sobre el que se fundamenta el Din y que es su meta y objetivo. Y lo hizo con la palabra, con el ejemplo y con la transmisión directa. Cuando Allah, ta’ala, habla de ello en Su Libro dice: “Para eso os hemos enviado a un Mensajero de entre vosotros, para que recite Nuestros Signos, os purifique, os instruya en el Libro y la Sabiduría y os enseñe cosas que antes no sabíais”. ¿Y qué produjo este perfecto proceso educativo? “La mejor nación que jamás ha existido entre el género humano…”. “Que ordena lo correcto, prohíbe lo erróneo y cree en Allah”. Dicho con otras palabras: un grupo de gente que encarnaba de la forma más completa posible la verdadera realidad del ser humano. Habían logrado, de manera más satisfactoria que ninguna otra comunidad humana, el propósito para el que habían sido creados: la adoración de Allah. Fue una gente que conoció a Allah mejor que ninguna otra, ya fuera antes o después. La cuestión más importante es que este conocimiento no radicaba tanto en lo que decían ─a pesar de que entre ellos los había que podían expresarlo con una elocuencia extraordinaria─ como en el hecho de que estaban impregnados del mismo, que resplandecía en la forma en que se comportaban, tanto entre ellos como con los demás.
Es muy posible que ni siquiera lo supieran ─para ellos era algo natural─, pero era algo que se hacía manifiesto, de forma inmediata, a los que llegaban a conocerlos. La guía de Allah, a manos de Su Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y las circunstancias y situaciones a las que tuvieron que enfrentarse, los habían transformado; ya no eran como los demás. Mientras que los ojos de la mayoría de la gente se fijaban únicamente en las cosas de este mundo, ellos solo miraban a lo que hay más allá. No querían lo que tanto anhelaban los demás. Esto es lo que les hacía ser amados y temidos. Y se transmitía a los demás de forma directa; pero lo más importante es que esto fue lo que, por Allah, les permitió dominar la mayor parte del mundo conocido en lo que dura una sola vida, introduciendo a la gran mayoría de su población en el Din de Allah hasta el punto de que sus descendientes siguen siendo musulmanes en nuestros días. Al decir esto no estoy intentando enaltecer a la primera comunidad transformándola en una especie de ideal inalcanzable; lo único que digo es que la educación verdadera de cualquier comunidad musulmana exige una transformación interna radical, algo que ellos ilustraron de la manera más elevada posible.
Una historia verdadera que sirve de ejemplo de lo dicho, que es especialmente relevante para nosotros, es una que probablemente ya habéis oído pero que, en todo caso, merece ser repetida en este contexto. Hace un par de años Shayj Ali Laraki y yo viajábamos en coche desde Touroug a Tinŷdad acompañados por Sidi Muhámmad, el hijo de Sidi Muhámmad bel Qurshi. Cuando nos acercábamos a Mellab, que está a mitad de camino entre ambos lugares, Sidi Muhámmad señaló una tumba muy sencilla que estaba en una colina detrás del pueblo y comenzó a contarnos la historia del wali enterrado en ella. En su juventud había sido un rufián despiadado que aterrorizaba toda la zona con su conducta desaforada. Un día en el que estaba dispuesto a embarcarse en un asunto especialmente infame, decidió comer algo antes de partir. Se sentó en uno de esos establecimientos de comidas, pidió al dueño que le trajera un tazón de harira y que lo hiciera de inmediato. La olla de la harira para ese día estaba casi a punto, pero al no querer hacer esperar al cliente, por su violenta reputación, un solo instante más, le llevó un tazón de sopa hirviendo. Llevado por las prisas, el rufián se llevó el tazón a los labios, que se escaldaron con solo tocar el líquido; con un rugido ordenó al hombre que se presentara de inmediato. Este vino temblando y se detuvo ante él. El bellaco se levantó, agarró al dueño por el cuello de la chilaba, le vertió la sopa abrasadora por el pecho y salió como alma que lleva el diablo.
Algún tiempo después, ese mismo individuo iba de camino a Fez cuando se encontró con unos fuqará de Sidi Ahmad al-Badawi, el califa y sucesor en nuestra línea de Moulay al-‘Arabi ad-Darqawi. De alguna manera le convencieron para que les acompañara y así conocer al shaij. El corazón del hombre se conmovió con el encuentro, entró en la tariqa y acabó pasando un tiempo considerable en la zawiyya del shaij en Fez aprendiendo el Din y profundizando en su conocimiento de Allah. Cuando llegó el momento de regresar al Tafilalet, tuvo un encuentro final con el shaij antes de partir. El hombre preguntó a Shaij Ahmad qué podía hacer para redimir su antigua y nefasta conducta; la respuesta fue que debía devolver todo lo robado y compensar a quien había agraviado de la mejor manera posible. Cuando regresó al desierto, y recordando lo que había hecho con la sopa hirviendo, fue al mismo establecimiento y pidió un tazón de harira extremadamente caliente. Atenazado por los nervios, el dueño le preguntó si la quería caliente de verdad. “Lo más posible”, fue la respuesta. El dueño volvió a poner frente a él un tazón de sopa hirviendo. El rufián arrepentido se puso de pié en un instante, tiró del cuello de su propia chilaba y le pidió al dueño que le echara la sopa por el pecho. En vez de hacerlo, el hombre salió corriendo, fue a la plaza del pueblo y llamó a la gente para que se acercara. Y luego gritó a pleno pulmón: “¡Gente de Mellab! Tenéis que tomar la mano de Sidi Ahmad al-Badawi porque ha transformado una serpiente venenosa en una rana inofensiva”.
El suceso que narra esta historia es muy importante para nosotros porque, de no haber tenido lugar, no estaríamos aquí sentados. Lo siguiente fue que mucha gente del Tafilalet entró en la tariqa y, debido a ello, Shaij Ahmad al-Badawi envió a su jalifa, Sidi Muhámmad Larbi, para que “plantase dátiles dulces” en esa zona. Estableció su gran zawiyya en Gawz, cerca de Rashidiyya, y de él vino Shaij Larbi al-Huwari, en Tinŷdad; luego Shaij Sidi Muhámmad b. ‘Ali, en Marrakech; luego Shaij Sidi Muhammad b. Al-Habib, en Fez y Meknés, y luego Shayj ‘Abdalqadir as-Sufi, en un gran número de lugares, incluido, por supuesto, aquí en Granada.
No obstante, esta no es la razón por la que incluyo esta historia en mi charla. Lo he hecho porque ilustra con toda claridad la naturaleza verdadera del proceso educativo del Islam que antes he mencionado y, más en concreto, lo que ocurre cuando el conocimiento de la unidad de Allah se absorbe con todo el ser y se expresa en términos de acción y conducta. Shaij Ibn ‘Ata’illah dice en su Hikam: “No hay acción que, procediendo de un corazón libre de este mundo, sea insignificante. Y no hay acción que, procedente de un corazón que ansía este mundo, tenga provecho alguno”. Gracias a la educación real que este wali de Mellab recibió de manos de su shaij en Fez ─y a la interiorización del conocimiento del tawhid que es parte fundamental de la misma─, su acción cuando regresó al desierto, comparativamente insignificante, tuvo repercusiones inmensas que todavía se sienten en nuestros días.
Esta es la razón de que casi todos los ders que daba Shayj Muhámmad Ibn al-Habib fueran una advertencia sobre los peligros del shirk oculto, sobre el conocimiento del tawhid, que estaba confinado al intelecto sin extenderse a la experiencia cotidiana, incapaz de ver al Proveedor en la provisión y al Benefactor en cada beneficio recibido. No cabe duda de que Shaij Muhámmad Ibn al-Habib era uno de los últimos bastiones de esa transmisión del Islam, pura e inalterada, que ha continuado sin interrupción durante 1200 años desde los días de la primera comunidad. Dicho con otras palabras: él logró no contaminarse con la visión del mundo modernista que ha demostrado corromper de tal manera la comprensión verdadera del tawhid y que ahora ha invadido cada aspecto de la educación, incluida la de casi todos los musulmanes.
Su sucesor y shaij nuestro, Shaij Abdalqadir as-Sufi, al que Allah pedimos prolongue su vida y le haga recobrar la salud en todo su esplendor, fue por el contrario educado por completo en los valores modernistas; no obstante, valiéndose de la espada de su intelecto iluminado y su corazón despierto, logró zafarse de la camisa de fuerza que lo aprisionaba para reabrir el camino hacia la auténtica comprensión del tawhid en los tiempos que vivimos. En mi conferencia del año pasado, Re-educación islámica de raíz, intenté mostrar cómo al poner de relieve la obra del físico Heisenberg y del filósofo Heidegger, trazaba un mapa con el que atravesar el laberinto sin salida de la visión existencial newtoniana/cartesiana que durante más de doscientos años había subyugado de forma fraudulenta a toda la raza humana y que, con su insistencia dogmática en las leyes de la causa y el efecto, hacían prácticamente imposible que se tuviera acceso a una comprensión verdadera de la Unidad Divina. Pero nuestro shaij ha hecho mucho más a la hora de abrir camino a la expresión auténtica del Din de Allah en esta época.
En su texto trascendental, Educación islámica de raíz, demostró cómo siglos de adiciones estériles habían dejado a los musulmanes atrapados en una ciénaga de detalles paralizantes que impiden, casi por completo, cualquier intento de hacer avanzar el Din. Su remedio: ir hacia el futuro regresando a lo que, con una frase brillante, llama la “sabiduría sin pulir” del modelo primigenio e intemporal del Islam de Medina en su primera manifestación. Sus esfuerzos incesantes por desvelar la naturaleza corrupta y venenosa del sistema económico usurero, que tiene ahora atrapado a todo el mundo en su puño implacable, y su énfasis por restaurar y aplicar de forma correcta el pilar del zakat, junto con la acuñación de monedas de oro y plata para combatir ese sistema, han dado frutos de muchas maneras. Su obra, cuyo objetivo es desvelar el engaño político y las argucias psicológicas del mundo de nuestros días, carece de precedente y parangón.
Cuando me reuní con él en Ciudad del Cabo tras el moussem de este año, dedicó veinte minutos a comentar los temas contenidos en su último libro, La ciudad entera. Habló de la Masacre de los Hugonotes, de la mitología griega y romana, del asesinato de Julio César, de la ineptitud absoluta de las tesis freudianas; mencionó todas estas cosas como teniendo una relevancia directa para el futuro del Islam, en el aquí y el ahora. En cierto sentido, este nuevo libro es un compendio de los muchos temas que ha expuesto en obras anteriores; pero lo que debe ser comprendido es que no se trata de una árida exposición académica. Todo está dirigido hacia un único objetivo: abrir el camino para la correcta comprensión y aplicación del Din de Allah en esta época.
De forma casi solitaria ha dinamitado un camino a través del muro impenetrable del modernismo, y se ha abierto paso a machetazos por la maleza infranqueable del materialismo científico para así crear un espacio abierto donde el Islam pueda de nuevo descubrir su auténtica expresión. Ha arrastrado al Islam, gritando y pataleando, al siglo veintiuno. Digo “gritando y pataleando” por la enorme cantidad de musulmanes que han fracasado a la hora de ver que sus formas de enfocar el Din son inaplicables e irrelevantes en la época en que vivimos. Lo cierto es que muchos ‘ulama no parecen darse cuenta de que, a pesar de su adicción a los smartfones y las redes sociales, siguen intentando vivir en un mundo que ha dejado de existir hace doscientos años.
Hasta cierto punto se puede decir que, en nuestra relación con el Shaij, hemos sido un poco como los Bani Isra’il cuando dijeron a Sayyidina Musa: “Tú y tu Señor ir a luchar, que nosotros nos quedaremos aquí sentados”. Digo “hasta cierto punto” porque el mero hecho de estar hoy aquí demuestra que todos nosotros hemos conseguido aferrarnos a los faldones de su abrigo y le hemos seguido por el tremendo sendero que ha conseguido abrir. Es posible que no siempre comprendamos lo que pretende y que nuestras cabezas queden anonadadas con algunas de las cosas que dice, pero todos los que estamos aquí, alhamdulillah, estamos en el navío que capitanea y lograremos, siempre que sigamos a bordo, llegar a tierra sanos y salvos. Y también existe una especie de entendimiento que impregna directamente la intención del shaij; y yo sé por experiencia propia que muchos de vosotros también lo tenéis y, en todo caso, habéis llegado al lugar donde él quiere que estemos.
Quisiera hacer una advertencia: los acontecimientos recientes han demostrado, de una forma que quizás antes no era tan evidente, que nuestro amado shaij no estará siempre entre nosotros, y pido a Allah posponga muchos años el día que nos tenga que dejar. Lo que el shaij nos ha enseñado a lo largo de todos estos años es irremplazable, inestimable y fundamental si queremos ver al Din de Allah establecido de forma correcta en nuestras vidas y en el mundo que nos rodea. El shaij ha tenido que luchar de forma incesante y contra toda circunstancia para hacérnoslo llegar, y a nosotros nos toca luchar con uñas y dientes para tomarlo, preservarlo y transmitirlo. Va a exigir que nademos contra la resaca, que rememos contra la corriente, lo cual significa trabajo duro sin tregua ni descanso. El shaij nunca nos ha permitido tomar las cosas por sus apariencias, ha descifrado sin cesar el mundo para nosotros y, hasta cierto punto, nos ha enseñado a hacer lo mismo. Seguir haciéndolo exigirá un esfuerzo constante y con frecuencia nos pondrá en situaciones incómodas, incluso en nuestras relaciones con otros musulmanes.
Así que os advierto, y a mí mismo, contra dejaros tentar por una visión del mundo más simplista, contra empezar a ver las cosas de manera más superficial, contra cualquier voz que pueda sugerir que la visión de Shaij Abdalqadir es excesivamente complicada o que algunas de las cosas que ha escrito o de las que ha hablado no son tan relevantes o importantes. Esto es algo que, desgraciadamente, puede ocurrir con facilidad y, antes de que nos demos cuenta, gran parte de las enseñanzas de nuestro shaij puede acabar barrida bajo la alfombra o puesta a un lado como algo interesante pero irrelevante. Antes de que nos demos cuenta podemos llegar a descubrir que, junto con otros muchos, musulmanes y no musulmanes, estamos siguiendo la corriente que lleva a toda velocidad hacia el agujero negro del olvido nihilista que es el destino inconsciente de tanta gente en nuestros días. Necesitamos aferrarnos como si nos fuera en ello la vida, incluso con uñas y dientes, a la enseñanza que nos ha dado nuestro shaij y hacer todo lo posible para mantenerla a salvo y transmitirla a todos los que podamos.
Y esto me lleva de nuevo a mi punto de partida. Lo que ha hecho Shaij Abdalqadir es volver a exponer, para todos nosotros, las enseñanzas básicas del Din de Allah en la manera que es necesaria y apropiada para la era actual. Tal y como han hecho sus predecesores rectamente guiados, nos ha llamado a un entendimiento puro del Libro y de la Sunna en el contexto de la época en la que vivimos y, alhamdulillah, gracias a la generosidad de Allah, hemos respondido a esa llamada. En el centro mismo de esa enseñanza están los tres grandes textos clásicos: el Corán, el Muwatta y el Shifa’. No hay duda de que esto es más que suficiente para una comprensión profunda del Din, pero, siguiendo el ejemplo de unos pocos de sus predecesores, cada vez que el shaij ha visto la necesidad de aclarar una cuestión específica que surgía de una situación que vivía la comunidad en un momento determinado, ha escrito un libro o un artículo para explicarla y darnos la guía, demostrando con ello que la cuestión estaba relacionada con el Islam e indicando la forma en que debíamos actuar para incorporarla a la práctica de nuestro Din. Esta ha sido nuestra educación externa.
En lo que respecta a nuestra educación interna ─esa interiorización del tawhid que antes mencioné─, hemos podido atestiguar, generación tras generación, que todo aquel que ha tomado la mano de nuestro shaij no ha crecido sin haber cambiado. Nuestro contacto con él nos ha refinado y ennoblecido en maneras que a veces ni siquiera podemos apreciar. La familiaridad entre nosotros hace que lo demos por sentado. Pero es precisamente el “oro” que Shaij Muhámmad Ibn al-Habib dijo que tenemos, esa cualidad que cuando los demás la ven, quieren tenerla. Y cuántas veces he oído decir a la gente que había visitado una de nuestras comunidades: “Ojalá tuviera yo lo que vosotros tenéis”. Este es el da’wa verdadero; y en su esencia no es más que la encarnación del tawhid, un leve reflejo de los Nombres y Atributos de Allah que resplandecen a través de corazones más o menos purificados, el resultado de una verdadera educación islámica. Por esta razón, Shaij Abdalqadir ha resaltado dos elementos que considera fundamentales para el futuro del Islam en esta época: ‘asabiyya y futuwwa. Para él, ‘asabiyya es un grupo de hombres y mujeres unidos de forma indisoluble por un solo vínculo: su amor por Allah y Su Mensajero. Y para él futuwwa es esa nobleza de carácter que vino a perfeccionar el Mensajero de Allah y que es, al mismo tiempo, el sello distintivo de la verdadera humanidad y un pálido reflejo de la Realidad Divina en sí.

Una comunidad alcanzará la posición que los miembros que la integran estén dispuestos a lograr

Shaij Ahmed Bermejo

Granada, 26 de diciembre 2015

As-salaam Alaykum:

En primer lugar, me gustaría agradecer a los responsables de estas Jornadas el trabajo inestimable que están realizando a todos los niveles: a nivel organizativo, a nivel logístico y, sobre todo, el esfuerzo a nivel intelectual, el esfuerzo para obtener de estas jornadas un conocimiento útil, un conocimiento que nos sirva en nuestras vidas, un conocimiento del cual podamos aprender algo que nos lleve a implantarlo en nuestras vidas y nos lleve a cambiar o mejorar todo aquello que necesiten nuestras vidas.

Voy a intentar aportar mi pequeño granito de arena, esperando que sea de utilidad para todos y confiando en que Allah me dé facilidad para transmitir un conocimiento útil, que es lo más importante y el objetivo de estas Jornadas.

Cuando empecé a reflexionar sobre la forma en la que iba a encarar esta conferencia, lo primero que me vino a la mente fue el aniversario de esta mezquita del año 2012. No sé si recordaréis que ese fue el año de las revoluciones en muchos países árabes, conocidas en los medios de comunicación como “La Primavera Árabe”. En ese entonces se empleaba mucho la palabra “revolución”, así que, cuando estábamos preparando el aniversario, nos propusimos que el tema principal sobre el que girarían las conferencias sería ese mismo: la revolución; decidiendo además ponerle un título impactante, que llegara a las masas, que fuera como el título de esa película que cuando lo lees o lo escuchas dices: “Tengo que verla como sea”. Así que las llamamos “Islam: la auténtica revolución”, algo que en inglés sonaba todavía mejor, ya que era “Islam, the real revolution”.

Ese era el título general del evento. Luego había cuatro conferencias, en las que trataríamos sobre los siguientes temas: la educación cívica, la economía, la autoridad y el gobierno, y por último, una conferencia, que estaba asignada a Sheij Abdal Haqq Bewley, aquí presente, y que se titulaba “Revolución Interior – Revolución Exterior”. Ni qué decir tiene que, de las cuatro, esa era la conferencia más importante para nosotros.

Pues bien, le mandamos el programa a Sheij Abdal Qadir para que lo revisara y diera su visto bueno, estando nosotros muy ufanos y orgullosos, pensando que habíamos dado en el clavo con el título y con el contenido, que era justo lo necesario en ese momento, al tiempo que pensábamos: “Este año vamos a triunfar”. A los pocos días, recibimos un correo electrónico: sólo había un documento adjunto, un PDF, que se llamaba “GranadaMosque.pdf”.

Lo abrimos, y era el programa que habíamos mandado a Sheij Abdal Qadir, escaneado, en el que había hecho sus propias anotaciones y correcciones, o mejor dicho, con todo lo que él había tachado. Lo primero que tachó fue el título general, y en vez de “Islam: The Real Revolution”, puso: “Islam rediscovered”, que nosotros traducimos al español como “Redescubrir Islam”.

Ese fue el primer golpe; luego había otras pequeñas anotaciones, y cuando llegamos a la última conferencia, la de “Revolución Interior – Revolución Exterior”, esa de la que tan orgullosos nos sentíamos, recibimos el gancho de derecha final que nos noqueaba y dejaba tirados sobre la lona. Observamos que había unos trazos hechos con fuerza, con decisión, incluso me atrevería a decir con irritación y vehemencia, con los que tachaba todo lo que estaba escrito respecto a esa conferencia; y al final de la hoja había cinco palabras, escritas de su puño y letra. Éstas eran: Ŷama’atJidmaSpeaking-wellHospitalityGiving.

Con estas cinco palabras el Sheij nos estaba dando las claves de la enseñanza necesaria para poder hacer eso que nosotros llamábamos la revolución interior que luego tendría repercusiones en el exterior. Es como si nos estuviera diciendo: “De lo que se trata es de crear grupos, de servir, de hablar bien de la gente, de abrir las puertas de nuestras casas, de dar con generosidad”, eso es de lo que se trata. Y todo esto, en realidad, es parte de los signos de la Futuwa.

Le pasamos este mensaje a Shaij Abdal Haqq, y con solo esas cinco palabras, entiende perfectamente el mensaje y da una conferencia brillante, que titula “La ciencia del comportamiento”, en la que nos daba realmente las claves para tener una transformación, o una revolución, interior con la que afectar, de manera positiva por supuesto, a la sociedad o comunidad en la que se vive.

Comenzaba Sheij Abdal Haqq con dos aleyas del Corán y un hadiz del Mensajero de Allah, sallallahu alaihi wa sallam. La primera aleya es esa en la que Allah, describiendo a Su Profeta, le dice: “Ciertamente, estás hecho de un carácter magnánimo” (Sura del Cálamo 68: 4). En la segunda aleya Allah le dice a Su Mensajero que diga a sus Compañeros, y por consiguiente a toda su Ummah, lo siguiente: “Di: Si amáis a Allah, seguidme, que Allah os amará y perdonará vuestras faltas” (Sura de la Familia de Omrán 3: 31). Y el hadiz, de sobra conocido por todos, en el que el Mensajero de Allah, sallallahu alaihi wa sallam, dice: “Ciertamente he sido enviado para perfeccionar el buen comportamiento”, o “Sólo he sido enviado para completar las nobles cualidades del carácter”.

Y remataba Sheij Abdal Haqq la introducción a la citada conferencia diciendo: “Eres lo que haces”. Dicho con otras palabras, la forma de comportarse de la persona determina lo que es y modela su vida y su destino a nivel social e individual.

Por consiguiente, esta va a ser la base de lo que quiero decir aquí hoy. Voy a tomar esas cinco palabras de Sheij Abdal Qadir, el mensaje que contienen esas cinco palabras, y voy a tomar el comienzo de la charla de Sheij Abdal Haqq. Y vamos a ver qué es lo que sale con estas mimbres.

Eres lo que haces”. Esto podemos pensar que es algo individual, que yo soy lo que yo hago; pero no es esta la manera de entenderlo porque también es algo social, es algo que afecta a todos, lo que tú haces afecta a la gente que te rodea. Como todos sabemos, una comunidad de gente está compuesta por individuos, y si los individuos de esa comunidad sólo hacen una cosa, la comunidad solo hará esa cosa; si los miembros de la comunidad solo llegan hasta aquí, la comunidad sólo llegará hasta aquí; por el contrario, si los individuos de la comunidad son capaces de llegar hasta allí, la comunidad entera llegará hasta allí. De aquí proviene el título de esta conferencia: “Una comunidad alcanzará la posición que los miembros que la integran estén dispuestos a lograr”, o, si lo queréis resumir un poco, sería: “Una comunidad llegará adonde sus miembros quieran llegar”.

Ahora bien, teniendo esto claro, me gustaría ir hacia atrás en el tiempo, a la antigua Grecia, lugar en el que surgen dos términos que se han empleado mucho en estas Jornadas sobre Educación: nomos y paideia. Y recuerdo que el título de una de estas Jornadas fue precisamente: “Un nuevo ‘nomos’, una ‘paideia’ renovada”. Estamos hablando de la antigua Grecia, hogar de Aristóteles y Platón, cuna de nuestra civilización, de una comunidad, a la que ahora recordamos en el poster que hemos preparado para el encuentro de este año, que era capaz de educar.

Yo Quiero introducir un término nuevo a los ya mencionados nomos y paideia. Es también propio de esa la antigua Grecia y es uno de los pilares para alcanzar la paideia, o si se prefiere, es una necesidad para poder renovar la paideia. Este término es areté. Areté es un vocablo griego que procede del comparativo del adjetivo agathós, ‘bueno’, que a su vez procede de la raíz aga-, ‘lo mejor’, que se apoya en la partícula inseparable «ari-», indicadora de una idea de excelencia que está en la base de aristós (el superlativo de ‘distinguido y selecto’, que en plural era utilizado para designar a la nobleza, o aristocracia, o por qué no decirlo, a la élite).

Si queremos definir areté con una sola palabra, tal vez esa palabra sea ‘excelencia’. Y si queremos definir el Ihsán con una sola palabra, tal vez esa palabra sea, también, excelencia. ¿Es una casualidad? Os puedo asegurar que no, que no es una casualidad.

Yo me atrevería a decir que la areté de los griegos es, dentro de la cultura occidental, lo que más se acerca a la excelencia, al Ihsán tal y como lo entendemos nosotros, a esa serie de cualidades que debemos adoptar a nivel individual para así poder elevar el nivel de nuestras comunidades. Y si lo queremos definir con otra palabra, podemos perfectamente emplear el término futuwwa.

Esa areté de los griegos llega luego a perder, en cierto modo, al principio de la época romana, su significado original y se convierte en algo prácticamente exclusivo de la guerra y los guerreros, en alcanzar la gloria en el campo de batalla. Pero la areté original consistía principalmente en el cultivo y la aplicación de tres cualidades, andreia (‘valentía’), sofrosine (‘sensatez, moderación’) y dicaiosine (‘justicia’). El que poseía estas tres cualidades se aferraba a ellas y las llevaba a la práctica en todas las situaciones de su vida, con el cercano y el lejano, a nivel individual y a nivel colectivo; era lo que ellos llamaban “ciudadano”, un ciudadano útil y distinguido. Para nosotros, cuando alguien reúne estas cualidades, se puede decir que es una persona que está en el camino de la excelencia, en el camino de la purificación de su propio nafs.

Platón, en su República, va un poco más allá, va un poco más lejos, refina incluso un poco más este significado y añade una cuarta cualidad, la prudencia. Y desde ese momento, estas cuatro cualidades se convierten en las conocidas como “cuatro virtudes cardinales”, que Platón explica de la siguiente manera:

  • Justicia (la virtud fundamental) – Es la que da acceso al conocerse a uno mismo. Él describe la justicia como la virtud que funda y preserva, porque sólo el que comprenda la justicia podrá conseguir las otras tres virtudes; y cuando alguien posee por completo las cuatro virtudes, la justicia es lo que las mantiene a todas unidas. Es como decir que la justicia es la columna vertebral del resto de las cualidades.

  • Prudencia – Es la virtud de actuar de forma justa, adecuada y con cautela, comunicándose con los demás por medio de un lenguaje claro, literal, cauteloso y adecuado, es decir, actuar respetando los sentimientos, la vida y las libertades de las demás personas.

  • Fortaleza – Es vencer el temor huyendo de la temeridad. La fortaleza asegura la firmeza ante las dificultades y la constancia en la búsqueda del bien, llegando incluso a la capacidad de aceptar el eventual sacrificio de la propia vida por una causa justa.

  • Templanza ─ Es la virtud moral que modera la seducción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados y compartidos. Garantiza el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad. La persona moderada orienta hacia el bien sus apetitos sensoriales, mantiene una sana discreción y no se deja arrastrar “a la hora de seguir la pasión de sus apetitos y su corazón”.

Y observad ahora cómo nos dice Platón la forma de obtener estas cualidades, cómo llegar a alcanzarlas en nuestra vida. Es como si nos diera las llaves para poder entrar por una puerta. Lo que viene a decir es lo siguiente: la prudencia viene del ejercicio de la razón; la fortaleza, de la actuación de las emociones o el espíritu; la templanza, de hacer que la voluntad controle los deseos y los apetitos del yo, y la justicia es el fruto de todo esto, ya que la justicia es el estado en el que cada elemento de la mente está de acuerdo con los demás. Y están todos dominados por un órgano del cuerpo que, si está sano, el resto del cuerpo estará sano, y si está corrupto, el resto del cuerpo estará corrupto. Ese miembro es el corazón.

Al oír estas cosas, estoy seguro de que hay alguien que puede decir: “Pero si está hablando de la futuwwa; otro puede decir: “Pero si está describiendo las cualidades del tasawwuf; otro más puede decir: “Pero si lo que está haciendo es describir las cualidades de la asabiyya (ese término al que luego nos referiremos y que tanta importancia tiene en la Muqaddima de Ibn Jaldún); y luego seguro que hay más de uno que piensa: “Pero si está hablando de la misión para la que fue enviado el Mensajero Muhámmad, sallallahu alaihi wa sallam”, que como ya hemos dicho previamente, era “perfeccionar, completar las nobles cualidades de carácter y de comportamiento”.

Y lo cierto es que sí, que todo el que piense de esta manera tiene razón, todo está conectado. La antigua Grecia alcanzó lo que alcanzó, llegó a ese culmen de la civilización, porque adoptó e implantó en sus “ciudadanos” estas cualidades, o si lo queremos decir con sus propias palabras, esta areté que hemos mencionado.

En los tiempos de la primera comunidad, los tiempos del Mensajero de Allah y de los Sahaba, se alcanzó lo que se alcanzó y se expandió el Islam más rápido que la pólvora porque adoptaron e implantaron estas cualidades, o si lo queremos decir con nuestros propios términos, esta futuwwa que también hemos mencionado.

En los tiempos de Al-Ándalus, se alcanzó lo que se alcanzó y se llegó a ese culmen de la civilización porque adoptaron e implantaron entre la gente estas cualidades, o si lo queremos decir con sus propias palabras, “esta asabiyya” que, hemos mencionado asimismo.

Por lo tanto, ¿cómo alcanza una comunidad de gente, cómo logra una sociedad, su grado más elevado, su culmen en todos los sentidos?, ¿cómo una comunidad alcanza el grado en el que es capaz de educar? Cuando sus miembros están dispuestos a adoptar en sus propias vidas, cuando desean cambiar, imbuirse y empaparse de las cualidades de la areté, de las cualidades de la futuwwa, de las makarim al-ajlaq, de las nobles cualidades de carácter y de comportamiento.

Llegados a este punto, seguro que a muchos de vosotros os está viniendo a la mente una aleya del Corán, esa aleya que tantas veces hemos mencionado en esta misma mesa a lo largo de los ocho años que ya llevamos con estas jornadas sobre educación. Esta aleya es la onceava de la Surat del Trueno, y en ella Allah dice: “Es cierto que Allah no cambia lo que una gente tiene hasta que ellos no han cambiado lo que hay en sí mismos”.

Esta aleya es clave en la comprensión de esta conferencia y es una aleya que es aplicable en los dos sentidos, tanto para el bien como para el mal, tanto para mejorar a esa gente, y por tanto a esa comunidad, como también para empeorar a esa gente, y por tanto a esa comunidad. Lo que realmente quiero decir con esto es que la forma en la que nos comportamos tiene una repercusión directa, positiva o negativa, en la forma que somos y en lo que ocurre en nuestras vidas y en nuestra comunidad. Esto es un aspecto esencial de la manera en la que Allah ha dispuesto la existencia, y por eso es tan importante para nosotros comprenderlo.

Vamos a ver ahora un ejemplo de cómo el comportamiento individual afecta negativamente a una comunidad. Vamos a ver esa conexión directa que existe entre los varios tipos de comportamiento pernicioso y las consecuencias perjudiciales, tanto sociales como políticas, que son su resultado. Estas consecuencias se expresan con toda claridad en un hadiz recogido en Al-Muwatta: “Yahya me transmitió de Malik, de Yahya ibn Said, que había oído decir a Abdullah ibn Abbas: ‘Nunca aparece el fraude en una gente sin que no sea implantado el terror en sus corazones, ni se generaliza la fornicación entre una gente sin que la muerte sea abundante entre ellos, ni mengua una gente en la medida y en el peso sin que se les corte la provisión, ni juzga una gente sin la verdad sin que (el derramamiento de) sangre se extienda entre ellos, ni traiciona una gente lo pactado sin que Allah no otorgue al enemigo el dominio sobre ellos”.

Estas palabras son un claro ejemplo de lo que estamos tratando de desgranar hoy. Son un ejemplo de la devaluación que afecta a una comunidad en el momento en que sus miembros pasan del buen al mal comportamiento; es decir, que cuando una gente deja de hacer lo que debe hacer con corrección, esa comunidad está abocada al fracaso, se les olvida todo el bien y, por sus acciones, llevan al extravío a toda la comunidad. Dicho con otras palabras, han perdido el pudor y ya no tienen límites. Por eso, el Mensajero de Allah, sallallahu alaihi wa sallam, dijo: “Parte de lo que la gente ha obtenido de las palabras de los primeros Profetas es: Si no tienes vergüenza, haz lo que quieras”.

Vamos a ver ahora el caso contrario, ¿qué ocurre si los miembros de una comunidad se empapan de la futuwwa? Si se empapan de la areté, si se empapan de esas cinco palabras que menciona Sheij Abdal Qadir, esa comunidad florece y alcanza las cotas más elevadas tanto en lo interno como en lo externo.

De Abu Huraira, que Allah esté complacido con él, que un hombre llegó al Profeta pidiéndole hospitalidad; SAWS mandó recado a sus mujeres (para preparar o traer algo de comer), y éstas dijeron: “No tenemos más que agua”. Entonces el Mensajero de Allah preguntó: “¿Quién quiere darle hospitalidad?”. Y un hombre de los Ansar contestó: “Yo se la doy”. Lo llevó a su casa y le dijo a su mujer: “Honra al huésped del Mensajero de Allah”. Dijo ella: “No tenemos más que el alimento de nuestros hijos. Lo único que tenemos en la casa es la cena para nuestros hijos”. Entonces dijo el marido: “Prepara la cena, enciende la lámpara y duerme a los niños antes de servirla”. La mujer lo hizo: preparó la comida, encendió la lámpara y durmió a los niños. Luego, cuando llegó el momento de servir la cena, se sentaron a la mesa; de repente, el anfitrión se levantó como si fuera a arreglar la lámpara y la apagó de manera que, en la oscuridad, pudieron simular que estaban comiendo. Llevaban la mano al plato, pero no cogían nada de comida; dejándolo todo para el invitado. Y así pasaron la noche con hambre. Al amanecer fue a ver al Mensajero de Allah, y éste le dijo: “Allah Se ha reído esta noche y Se ha admirado de lo que habéis hecho”. Y entonces Allah hizo descender: “Y los prefieren a sí mismos aunque estén en extrema necesidad. Y quien se guarda de la avaricia de su alma… ésos son los que tienen éxito”.

Así fue como los Sahaba alcanzaron lo que alcanzaron. Este suceso es una muestra muy clara de cómo, cuando hay una gente que es capaz de empaparse de las cualidades de la futuwwa, eso hace que lo que hay a su alrededor florezca, eso hace que compitan entre ellos a la hora de hacer el bien. ¿Y qué no podrá lograr una gente?, ¿qué meta se le resistirá a una comunidad en la que sus miembros son capaces de dar con generosidad a un extraño, incluso cuando ellos mismos están en necesidad extrema?

Vamos a entrar ahora en el término que Ibn Jaldún menciona en su Muqaddimah y que ya hemos mencionado a lo largo de estas palabras en más de una ocasión. Ese término es asabiyya. Lo cierto es que el significado más extendido de la asabiyya es que es ‘ese clan familiar, o esa fuerza que reside en los vínculos familiares, que cuando está presente hace que esa familia sea una familia fuerte y, por tanto, acabe siendo la familia que posea el poder y el gobierno’. También se suele entender como ‘solidaridad’, y hay quien lo explica como ‘nacionalismo’; pero lo cierto es que estos significados, que no estoy diciendo que el término de asabiyya no los abarque, pero no reúnen el significado completo de todo lo que representa. Tal vez algunas definiciones que más se acercan a lo que queremos decir podrían ser las siguientes: en su traducción al francés, De Slane tradujo asabiyya como ‘sprit de corps’, mientras que Frantz Rosenthal lo tradujo al inglés como ‘group feeling’ y Juan Feres al castellano como ‘espíritu de coligación’.

No obstante, a mi me gusta más tratar este término desde una perspectiva diferente y abrirlo un poco a lo que sería una comunidad, es decir, a lo que sería un grupo de gente que comparte unas mismas creencias, un mismo comportamiento, unas cualidades elevadas y que se embarcan todos juntos en un mismo barco para lograr sus objetivos y cumplir con sus anhelos y expectativas.

Tal vez una de las definiciones que mejor se adapte a este segundo significado que he mencionado es la que hace Edward William Lane, en su magistral obra Arabic-English Lexicon, en la que, hablando sobre el término de la asabiyya, dice: “… La cualidad de alguien que posee asabiyya, la cual está relacionada con la acción de ayudar a su gente o a su grupo contra una agresión; o la cualidad de alguien que se irrita al ver el menoscabo del bien de su grupo o su protección; o la acción de los que invitan a otros para que ayuden a su grupo; o a unirse para enfrentarse a los que actúan con hostilidad hacia ellos, ya sean ellos los ultrajados o los ultrajantes; o la acción de un individuo que se asocia con otros; o la del que protege a otros, o el partidismo y la asociación fuerte que hace que un cierto número de personas estén estrechamente vinculados por un mismo interés y opinión…”.

Esto es para mí la asabiyya, la unión en torno a unas creencias, esos vínculos que se crean cuando una gente lucha por lo mismo, cuando una gente está comprometida y defiende a su grupo. Defienden su unidad; defienden y luchan por establecer aquello en lo que creen. Entonces, me atrevería a decir, se crean unos vínculos que son incluso más fuertes que los vínculos de sangre, pues el núcleo de esos vínculos son los objetivos comunes; y en nuestro caso, por encima de todo, es el vínculo del amor por Allah. Cuando una gente lucha unida por aquello en lo que realmente cree, son pocos los que pueden ir en contra de esa fuerza. Son como una gran ola, un tsunami, al que nada ni nadie se puede resistir.

Y esto lo deja claro el mismo Ibn Jaldún cuando dice en el capítulo 8 del Libro II: “El verdadero parentesco consiste en esa unión de los ánimos que hace valer los lazos sanguíneos y que impulsa a los hombres a la solidaridad; exceptuada esa virtud, el parentesco no es más que una cosa prescindible, un valor imaginario carente de realidad. Para ser útil debe entrelazar los afectos y unir los espíritus. Si esta unión es evidente, estimula a las almas hacia ese lazo de simpatía y afinidad que le es natural”. Lo que quieren decir estas palabras es que una causa común, ya sea política o religiosa, unos objetivos comunes que unifican los ánimos y las mentalidades, prevalece sobre los lazos meramente sanguíneos.

Ya nos queda claro cuál es el concepto de la asabiyya, o mejor dicho, ya le hemos dado el enfoque que nos interesa para la conferencia de hoy. Pero ahora puede que alguien se pregunte: ¿De qué nos sirve la asabiyya? El propio Ibn Jaldún responde a esta pregunta cuando en el capítulo 13 del Libro II dice: “Allí donde existe una asabiyya respetable y temida, constituida por elementos de cepa nítida e inexpugnable, allí se obtiene la posición más ventajosa y definitiva del linaje cuyo fruto vigoroso se convierte en resultados exitosos”.

Llegados a este punto, en el que ya sabemos qué es la asabiyya, en el que ya sabemos de qué nos sirve la asabiyya, sólo nos quedaría responder a una pregunta, que sería la siguiente: ¿Cómo se obtiene la asabiyya? La respuesta a esta pregunta la encontramos nuevamente en la Muqaddimah, cuando en el capítulo 20 del Libro II, titulado: “Sin virtudes jamás se llegará al poder” y que recomiendo encarecidamente a todos lo que lo leáis, Ibn Jaldún dice: “Hemos mencionado que la gloria y la fortaleza, para ser reales, deben apoyarse en una base fundamental: la asabiyya, junto con las nobles cualidades que, como complementos, servirían para ratificar su perfección. Ahora bien, puesto que la soberanía es la meta de la asabiyya, lo es también de sus complementos. Sin estas cualidades complementarias (que son las nobles cualidades), la asabiyya sería como un cuerpo mutilado, o una persona que aparece en público completamente desnuda”.

Ahora sí lo vemos con claridad, ahora hemos llegado al culmen de estas palabras, ahora hemos comprendido el título de esta conferencia. Sin estas cualidades complementarias, sin la nobleza en el carácter y el comportamiento, sin makarim al-ajlaq, sin futuwwa, sin areté, la asabiyya no sirve de nada, es un cuerpo mutilado, es como una persona que aparece en público completamente desnuda. Y esto nos lleva al inicio de esta conferencia, o mejor dicho, nos lleva al inicio de la conferencia de Sheij Abdal Haqq del año 2012: “Ciertamente he sido enviado para perfeccionar el buen comportamiento”, o “Sólamente he sido enviado para completar las nobles cualidades del carácter”.

O si queréis, volvemos a esas cinco palabras escritas por Sheij Abdal Qadir: Ŷama’atJidmaSpeaking-well, HospitalityGiving.

La teoría ya la tenemos, lo cierto es que es de sobra conocida por nosotros, la hemos escuchado en repetidas ocasiones; conocemos los elementos fundamentales, la luz ha llegado a nosotros, el mensaje ha sido transmitido. ¿Qué hacemos con él? ¿Qué hacemos con esta luz?

Está en nuestras manos. Llegaremos hasta donde queramos llegar, o mejor dicho, hasta donde estemos dispuestos a llegar, ya que no podemos ni debemos esperar a que otros lo hagan por nosotros; somos nosotros los que tenemos que hacerlo. Y esto se traduce en que somos nosotros los que, en primer lugar, debemos imbuirnos y empaparnos de esa luz, de esas cualidades, de todo lo que tantas veces se ha dicho en esta mesa. Debemos mirarnos a nosotros mismos, con sinceridad y preguntándonos qué cambios debemos hacer si queremos transmitir e iluminar a otros con esa luz, qué debemos hacer para que Allah cambie nuestro estado y lo que hay a nuestro alrededor.

Recordad la aleya que ya hemos mencionado: “Es cierto que Allah no cambia lo que una gente tiene hasta que ellos no han cambiado lo que hay en sí mismos”. Me voy a permitir una osadía en este momento y os ruego que me lo permitáis. Voy a parafrasear esta aleya diciendo:

Es cierto que Allah no da a una gente la futuwwa hasta que ellos no han adoptado en sí mismos la futuwwa; es cierto que Allah no da a una gente la asabiyyahasta que ellos no han adoptado sus cualidades complementarias, que son las nobles cualidades de carácter y comportamiento; es cierto que una comunidad no alcanza la areté hasta que sus miembros no se han empapado de las cualidades de la areté.

De nosotros depende, en nuestras manos está. Si queremos, llegaremos a lo más alto. Si queremos, llevaremos a esta comunidad a la posición más elevada. Si queremos, alcanzaremos lo que alcanzó el Mensajero de Allah y sus Sahaba, que fueron lámparas luminosas en medio de la oscuridad, que se iluminaban a sí mismos con una luz que se difundía e iluminaba todo lo que había a su alrededor.

Relación entre la recuperación del ‘tawhid’ en la enseñanza y el modelo social. Cuando la comunidad educa

Muhámmad Mujtar Medinilla

VIII Jornadas Educativas

Granada

25 de diciembre de 2015

Bismillahi Rahmani Rahim

Assalamu alaikum.

Con el permiso de nuestra autoridad y de nuestros maestros aquí presentes.

Después de siete años de jornadas educativas en Granada, en las que hemos abordado todos los aspectos primordiales que tienen que ver con la cuestión de la educación y nuestros proyectos educativos, centramos nuestra atención de nuevo, enfatizando y profundizando aún más, en este octavo encuentro, en la comunidad como factor educativo vital.

Hemos asumido que existe una estrecha relación entre el crecimiento de una comunidad musulmana y el establecimiento de un modelo educativo con un verdadero entendimiento del tawhid.

Dice Shaij Abdalqadir en El libro del Tawhid (pág. 111): “En los últimos ciento cincuenta años es cuando ha tenido lugar el derrumbe de este entendimiento. Lo que es importante constatar es que la comprensión de este elevado aspecto del Din estaba unida a ese elemento que ha mantenido la totalidad del Din en la sociedad, y que es el amr. (…) Cuando se suprimió el amr con el que se imponía la Shari’ah, desapareció también la comprensión del tawhid. Estas cosas no están desconectadas”.

La recuperación, por tanto, de la forma de enseñanza tradicional, basada en un firme y puro tawhid, está ligada al restablecimiento de la forma de gobierno islámica por excelencia: el emirato… Nuestra intención, para este encuentro, es reflexionar, ahondar, en esta conexión necesaria, imprescindible. Y es nuestro objetivo que salgamos de aquí dando un paso hacia delante en la consolidación de este modelo en nuestras comunidades; asumiendo el papel esencial que el modelo social juega en la educación y formación de su gente, y la enorme importancia de que sus diversos elementos estén bien definidos y ordenados: el emir, su consejo, el imam, la familia…; estableciendo la conexión más adecuada entre la autoridad y los proyectos educativos ubicados en sus lugares, incluidos aquellos proyectos de naturaleza internacional, que requieren, tanto como los que más, el asiento firme y el apoyo de una comunidad local.

Decía Sidi Parvez Asad Shaij en las jornadas educativas de hace dos años que “a través del establecimiento de estas comunidades en toda Europa empezamos la tarea que tenemos por delante”. Comunidades dinámicas, en expansión constante; conectadas entre ellas en todos los niveles: político, comercial, humano y de conocimiento. Comunidades locales que servirán de base para un entendimiento del Din del Islam entre los europeos y que jugarán un papel importante a nivel nacional y continental.

A largo de estos tres días, nuestros distinguidos ponentes, a quienes agradecemos mucho su esfuerzo y su presencia entre nosotros, abordarán, en profundidad y desde perspectivas diferentes, la dimensión educativa de nuestro modelo social, el papel cívico y político de las comunidades musulmanas en Europa y nuestra posición ante todo ello.

Por mi parte, intentaré abordar, pisar apenas la orilla de un tema profundo, la Relación entre la recuperación del tawhid en la enseñanza y el modelo social, desde el plano de la educación de los más jóvenes, quienes nos señalan, claramente, con su comportamiento, con su actitud ante el mundo, con sus expectativas vitales, ante la enseñanza que les ha llegado, el grado de entendimiento y transmisión del tawhid en su sociedad, porque éste es el elemento fundamental, la aceptación de la Unidad y el Poder de Allah, que acontece cuando la comunidad educa.

Sólo voy a hacer referencia a algunos aspectos de lo que he aprendido de Shaij Abdalqadir, y que han estado presentes tanto en nuestra escuela a lo largo de su historia hasta el día de hoy, con la escuela actual, como en la propia historia de nuestra comunidad en Granada en muchas ocasiones, que pueden ser de utilidad para nuestra comunidad en este momento.

Decía, muy acertadamente, Shaij Abdalhaqq, en su discurso de clausura (págs. 2 y 3) de las últimas jornadas educativas que “este factor diferenciador (refiriéndose al tawhid) debe estar presente en el núcleo mismo de todo proyecto educativo que afrontemos”; que “es absolutamente necesario que esté presente, de manera explícita o implícita, en las instituciones educativas que queremos establecer”.

En el comienzo de este mismo discurso nos contó el proceso de la primera escuela en Norwich, la primera experiencia escolar, pionera de nuestras comunidades, que intentaba reunir los tres ámbitos: el pedagógico, el político y el social. El objetivo era poner en marcha un conjunto de actuaciones, de espacios, que contrarrestarán de todas las maneras posibles el ethos dominante. Era un tiempo en el que toda la comunidad estaba unida, consciente de la importancia de la educación de sus hijos… El principal motivo fue la comprensión de Lakum dinukum wa lia din (Para vosotros, vuestro din, y para nosotros, nuestro din).

Años después, a principios de los años noventa, esta aleya siguió siendo el motivo por el que Shaij Abdalqadir promovió una escuela en Granada, y todos nosotros estuvimos de acuerdo en ponerla en marcha. Y existía también, como en Norwich, una unidad en la comunidad, en la táriqa, en la autoridad, en el emir, en la mayoría de las familias, y éramos conscientes de que estos aspectos fundamentales: el social, el político y el pedagógico conformaban una misma lucha, un mismo asunto.

No sólo éramos conscientes de la necesidad de instituciones educativas y de enseñanza para una verdadera transmisión del tawhid a los más jóvenes, sino de que esto no sería posible si esa transmisión no estaba sucediendo, en lo esencial, en el seno de la comunidad, comenzando por el núcleo celular de la vida social: la familia.

Recordemos de nuevo las palabras de Shaij Abdalqadir, recogidas en El ínterin es mío (pág. 21) acerca de que “la educación personal es, por definición, social”. Y que “para producir seres humanos de calidad no sólo es necesario un grupo educacional, sino también un nexo social”.

En palabras de Mihaly Csikszentmihalyi, profesor y psicólogo de la Universidad de Chicago: “La manera más satisfactoria de realizar el “yo” es creando el sistema social más complejo: una buena sociedad. (…) La antigua sabiduría contenida en el proverbio africano: ‘Para educar a un niño hace falta toda la tribu’, se ha olvidado. En lugar de ello, la educación se ha delegado a escuelas modeladas según métodos de producción en masa que han demostrado su eficacia en fábricas” (El Yo evolutivo).

Pero nuestro modelo de educación es minucioso, detallista… Como sostiene Raís Abu Bakr en un artículo que saldrá en los próximos días en ISLAM HOY, titulado “La política del conocimiento”, la formación básica de siglos de los musulmanes, ha estado basada en la minuciosidad”. Lo que educa es cada pequeño detalle, cada gesto, lleno de adab, de un anciano, de un compañero, de tu esposa… Esto es lo que comprendió nuestro querido Shaij y nos ha transmitido, por ejemplo, en El libro de los extraños… Llegó a Marruecos buscando respuestas, las grandes respuestas, pero las fue encontrando, fue hallando las indicaciones, a pesar de su resistencia inicial, de su mente y su raciocinio, en personas que se cruzaban en su camino, en el mercado, por las calles, en ancianos, en su mismo Shaij, Shaij Muhámmad Ibn Al-Habib, a través, aparentemente, de pequeños detalles, de acciones cotidianas, de señales.

Hace falta, por tanto, toda una sociedad, de toda la unidad de una comunidad fuerte, para que un pequeño gesto se convierta en una enseñanza… Esto nos atrajo al Din del Islam: el cuidado, el adab, con el que se hacían las cosas… Y esto ha de ser recuperado hoy entre nosotros, y perder el temor a corregir con el mayor adab las conductas y comportamientos de los niños, por ejemplo, en la mesa, en el jardín, en la calle… Porque si ellos no nos hacen caso en este momento, es porque esta práctica, básica en nuestro Din, ha sido abandonada desde hace tiempo a nivel general.

Los niños han de aprender a estar pendientes de los demás; cuando llega un adulto han de ser conscientes de ello y actuar en consecuencia: bajando el tono de voz, dejando espacio para que se siente, poniéndose a su servicio en lo que necesite… Dice Shaij Abdalqadir en su libro Comentarios (p. 196): “Este ser conscientes de los demás es el adab. Es permitir que cada uno tenga su sitio” (…) “Este adab (que) comienza con el niño. (Y) La madre es la escuela del niño” (Comentarios).

La enseñanza que hemos recibido está basada en obtener una comprensión del tawhid que, como dice Shaij Abdalqadir, “contiene al mismo tiempo ese adab sin el cual no puede conseguirse” (El libro del Tawhid, pág. 150).

Porque no es éste un asunto intelectual: si no se refleja en el comportamiento, no hay tawhid. Pero lo mismo para los jóvenes que para los ‘ulamâ. “La prueba de que son gente de conocimiento es que imparten la justicia” (Tawhid folleto, pág. 1). Estas palabras de Shaij Abdalqadir están basadas en las aleyas recitadas hace un momento por Sidi Bashir.

Allah atestigua que no hay dios sino Él, así como los ángeles y los dotados de conocimiento; rigiendo (Su creación) con equidad.

No hay dios sino Él, el Inigualable, el Sabio”

(Sura de la Familia de Imrán, 18)

“En las aulas de Europa se está jugando la batalla más fundamental”, escribía en el periódico el cineasta, escritor y periodista David Trueba en EL PAÍS hace sólo unos días, en la estela de los sucesos de París, en un artículo de opinión titulado “Fatalismo”. Es claro que la batalla se va a jugar en la educación, particularmente en la escuela. Y no estoy hablando, evidentemente, de una batalla entre Islam y Occidente, como los medios, los poderes dominantes en este tiempo y los ignorantes quieren hacer creer a la población general, sino una guerra de más de doscientos años entre la posibilidad de un mundo civilizado y la barbarie; no la barbarie cruenta, inadmisible, del terror de estos locos que se llaman a sí mismos musulmanes cuando están en cada paso que dan dañando a los propios musulmanes, sino la barbarie de un sistema que ya no sabe qué es la vida y vive en una gran ignorancia; que está destruyendo el planeta y al ser humano al mismo tiempo que pretende hacernos creer que somos libres y vivimos en el mejor de los mundos posibles.

El problema, es que, incluso cuando un autor como este mismo que hemos mencionado, un intelectual preocupado por la deriva mercantilista que ha tomado la educación, es consciente de que el hecho de eliminar de los planes de estudio todo lo que no resulta práctico para el mercado financiero nos deja indefensos frente a lo que él denomina “la tragedia del vivir”; y desea, incluso, sacar a los jóvenes del “secuestro de los negocios alienadores y embrutecedores”, utilizando sus propias palabras, y devolver a Europa el esfuerzo por el conocimiento y el reto intelectual para poder responder a las cuestiones existenciales, a pesar de todo esto, sólo puede contemplar una herramienta: la razón.

Nos encontramos, de nuevo, con la misma lucha de Goethe y Schiller en su tiempo: la superación de la dualidad, de la fractura entre intelecto y alma, del hombre roto, de un corazón partido… Y los dos caminos, el del joven Werther y el de joven Wilhelm están delante de nosotros: el camino del nihilismo y la desesperación (el suicidio) o el camino de la Bildung, es decir, el camino de la formación integral hacia una vida feliz y cumplida.

¿Qué significa exactamente para nosotros esta indicación de nuestro Shaij de que cuidemos que no se rompa el corazón de los niños?

No se puede pensar que yendo por la mañana a la escuela estatal, con la visión deformada del mundo que les están transmitiendo, en la que la ciencia, el punto de vista científico, intenta desplazar al hombre de su posición central, de su alto papel en la creación; un sistema educativo que tiene como centro que todo poder reside en cualquier parte excepto en Allah; y llevándolos a las clases de Corán por la tarde en la mezquita, puede estar construyéndose en ellos un entendimiento correcto, genuino, del tawhid.

Si este es el caso, has de trabajar seriamente por cambiar esta situación; tienes que realizar una fuerte labor de clarificación, de discriminación con tus hijos; y tienes que luchar por conseguir transformar esta realidad cuanto antes. Me decía una mujer hace poco, como si pretender cambiar este estado de cosas fuera imposible, el sueño de unos ilusos: “… ¡pero es que ésta es la realidad…!”; mi contestación fue: “Tiene usted razón, pero precisamente todo este asunto trata de eso, de cambiar esta realidad”. Vale que tengas que pasar por esto transitoriamente; pero no puedes conformarte con ello. Porque si bajas el nivel, entramos, entonces, en el peligroso terreno de la justificación…, que no es un problema tanto de coherencia con tus principios como de debilitamiento, porque esto es lo que genera este tipo de situación: debilidad.

Sé que estas palabras pueden resultar incómodas. Pero estoy intentando seguir el método de Goethe, que no es para nada extraño al de nuestra tradición musulmana, de partir desde nuestra realidad para elevarnos desde ella, desde nuestras propias circunstancias. Y no, por el contrario, intentar plasmar el ideal en la realidad, método que suele consigue evidenciar nuestras incoherencias y acaba generalmente en la palabra fácil pero huera… Me resisto a mirar para otro lado y creer que, evitando las cuestiones problemáticas, estaremos más unidos y en paz… No utilicemos la realidad como un muro imposible de franquear, porque, entonces, todo esto se convierte en un maravilloso ideal que nunca llegará.

Cuando sacas el tema de la educación, algunas personas sienten, y lo expresan claramente, que “mejor es no meneallo”; pero, precisamente, esto es lo que hay que mover; aunque nos toque la fibra. ¡Porque ha de tocarnos la fibra! Porque en la actualidad la educación de los más jóvenes, aquellos que han de ser los más cuidados y preservados por nosotros, está siendo desastrosa, con un claro dominio de la educación estatal, que representa, en todos sus aspectos, no sólo lo contrario sino el enemigo más acérrimo de una enseñanza con Tawhid.

Cada comunidad sabe “dónde le aprieta el zapato”; en lo que respecta a Granada, esta cuestión, la educación de nuestros hijos, se ha ido convirtiendo en un factor de división más que de unión… Después de la mezquita, era claro para la gran mayoría de nosotros, empezando por Shaij Abdalqadir, que en 2006 volvió a indicarnos que hiciéramos una escuela; que éste era el siguiente paso, que una vez establecida la mezquita, tenía que haber enseñanza: aprendizaje en la mezquita y en nuestros círculos y la escuela para los más jóvenes… Pero no somos gente que cubra y oculte, sino esa gente que afronta y desvela aquello que requiere ser confrontado y atendido. Y, en mi opinión, creo que difícilmente podremos asumir tarea alguna de importancia en esta comunidad si no somos capaces de resolver, de dar una respuesta, a este asunto.

Tal vez pueda parecer que el Estado te ofrece alguna “seguridad”; pero tu seguridad está en manos de Allah, subhanahu wa ta’ala. Como explica Shaij Abdalqadir en El libro del Tawhid (pág. p. 46): “Debéis tener en cuenta que los kafirún no saben lo que pasa. No entienden el proceso. Los musulmanes que han obtenido su conocimiento del Libro de Allah y de la Sunna de Su Mensajero (saws) saben que ‘Allah es el Creador de todas las cosas y el Protector de todos ellos’ (Surat az-Zumar) (…) Si Él es Protector de todo lo que existe, es también tu Protector, y entonces te moverás con la seguridad de que tus acciones son lo mejor para garantizar tu seguridad”.

Pero como dijo Shaij Abdalhaqq, en el citado discurso de las últimas jornadas educativa, “el tawhid no es algo que se pueda enseñar en clases sobre la aquida” (pág. 2)Y aprovecho esta referencia para recordar la indicación de Shaij Abdalqadir en La responsabilidad de los fuqará (Cape Town, abril de 2006, pág. 7), dirigida especialmente a las comunidades de Granada y Cape Town, de la importancia de enseñar a los niños el Murshid al-Mu’in, de Ibn ‘Âshir.

Shaij Abdalqadir nos ha enseñado que la enseñanza falsa del tawhid que ha sido propagada en el último siglo es el motivo de la terrible situación en que se encuentran los musulmanes. Es decir, un tawhid con tanzih (exaltación de Allah por encima de todo lo que puedan asociarle, pero sin tashbih, Su presencia, proclamada abiertamente en su Libro (El libro del Tawhid, pág. 83):

¿Acaso cuando el aliento vital llega a la garganta

Y estáis pendientes, mirando,

No estamos Nos más cerca de él que vosotros, aunque no lo veáis”

(Sura de Lo que ha de ocurrir -56-, 83-85)

Allah está siempre, absolutamente, presente en nuestros actos. “Allah conoce lo que hay en vuestros corazones” (Sura de los Coligados, 51). “Él es el Conocedor de lo que encierran los pechos” (Sura del Hierro, 6). Esta presencia, esta percepción de la cercanía de Allah, que no es algo pasivo, sino activo y que te impulsa a la acción, a transformar tu vida hacia lo más alto, es lo que ha de arraigar en el corazón de nuestros hijos, de los hijos de los musulmanes. “Allahu may, Allahu nadirun alay, Allahu shahidun alay”, ‘Allah está conmigo; Allah me ve; Allah es Testigo de mis actos’. Este conocimiento, esta impresión, recogida en el Wird de Sahl at-Tustari, que es el camino hacia el Tawhid más elevado, es lo que hemos de transmitirles, con amor, con ternura, a nuestros niños.

Contaba Shaij Abdalqadir en la antigua zawiya de San Gregorio Alto que la intimidad con Allah comienza con tu ropa interior… Porque puedes hacer salat sucio interiormente y nadie se dará cuenta; pero Allah, subhanahu wa ta’ala, lo sabe… No es algo que tenga que ver con ser obsesivos; todo lo contrario, aprender sin compulsión externa ni interna… A los niños les hacían gracia pero les encantaban estas palabras. Porque lo entendían perfectamente… Mi experiencia en la escuela es que los niños reconocen naturalmente, instintivamente, todo lo que Allah dice de sí mismo. Han nacido hunafâ, con fitra… Como se relata en el hadiz que todos conocemos: “Cada niño nace en un estado de fitra, luego sus padres lo convierten en judío, cristiano o adorador del fuego” (Sahih Muslim).

Hablarles a los niños de Allah, subhanahu wa ta’ala, es lo más importante, transmitírselo desde su más tierna infancia… Y esto está conectado muy especialmente con la madre, con su contacto, con su voz, y especialmente con su mirada, “entera”, hacia su hijo… Dice Shaij Abdalqadir que en esta mirada reside “el comienzo de la educación del nafs que hará del niño un ser completo” (Comentarios, pág. 196). De modo que el germen del Imán, de la confianza en Allah, que comienza con la confianza en la madre, en los padres, será la base de su confianza, de su seguridad, en el mundo.

Porque todo nuestro trabajo educativo, incluido el pedagógico, estriba en la preservación de este estado natural de reconocimiento, del recuerdo, de que Allah es tu Creador, Uno, sin asociado. Preservarlo, impedir que sus corazones se rompan, se dividan; o arreglarlo en el caso de que haya sido dañado (porque, cuando se produce una ruptura, una división, entre lo interno y externo de su personalidad en desarrollo, que es lo común en el mundo en el que estamos viviendo, ocasiona en el niño una desconexión con la realidad), para que esa juventud, esa espontaneidad, original, fatâ, pueda manifestarse, y con ello poder acceder a las cualidades más elevadas de la futuwwa. Porque la futuwwa, que representa los aspectos más elevados de la nobleza, y que es perfectamente accesible a todo musulmán, no es una elección arbitraria, a capricho, de alguien que quiere “subir nota”, sino la culminación de la cuestión fundamental del Din, una “declaración activa y demostrable, en palabras Del Shaij, de la Unidad de Allah, de que nada puede compararse con Él” (El libro del ‘Amal, pág. 96).

“Tenemos que empezar a construir a nuestros hijos con gran paciencia”, nos decía él mismo ya en Weimar, en 1995 (pág. 11). (…) Y manifestaba: “El hombre joven tiene que ser construido piedra a piedra hasta ser una pared frente a lo haram y una protección de lo halal. Paso a paso, uno detrás de otro. Así es como el Mensajero de Allah, que Allah le bendiga y conceda paz, construyó Medina. (…) No podéis hacer que vuestros hijos amen el Islam, ellos tienen que ver amor entre los musulmanes, y esto sólo puede ser entendido por la gente que sitúa sus obligaciones y su dhikr por encima de cualquier otra cosa en el mundo” (Primer discurso de Weimar, pág. 10).

Seguidamente voy a apuntar algunos aspectos que tienen que ver con la educación de los más jóvenes que considero hemos de tener muy en cuenta porque que pueden sernos útiles, muy especialmente en el momento actual.

Lo primero que señalaré es la necesidad de la diferenciación. Como dice Shaij Abdalqadir: “La realidad de este mundo es la de ser una realidad que refleja lo que vendrá tras ella” (Comentarios, pág. 325). Por eso es tan importante transmitir a nuestros hijos la necesidad de diferenciarse de los demás. Porque existen dos grupos, los Compañeros de la derecha y los Compañeros de la izquierda, y ¡no somos iguales! La gran diferencia es que los creyentes reconocen a su Señor, mientras los kufar han negado a Allah.

Los seres humanos, como los genios, hemos sido creados para adorar a Allah. Y el tawhid es lo nos permite comprender a Allah. Éste es nuestro único motivo de orgullo, y el orgullo que han de sentir los más jóvenes. Y por eso es tan importante trabajar el valor, porque, entonces, tu postura vital ya no cuadra con la ideología dominante, basada en un sentido de la tolerancia equivocado de que “todo es válido”, de que “todo vale”. Pero este coraje, aunque pueda y deba ser entrenado como uno de los aspectos fundamentales de la formación de una persona, sólo es posible si tu entendimiento del tawhid está establecido sobre unos cimientos sólidos.

Mientras el empeño de la educación del sistema es “ser feliz” a toda costa, ser todo el tiempo, mediante una sobreprotección antinatural y la negación de la realidad de la vida, nuestra enseñanza está basada en el conocimiento del funcionamiento de la existencia, sabedores de que, como dice Shaij Abdalqadir, “si no tienes este conocimiento del Tawhid, no sabes cómo es la vida. Lo único que puedes hacer es causar problemas y desastres” (El libro del Tawhid, pág. 100). Finalmente, no pueden alcanzar la felicidad en su edad madura porque no se les transmitió que lo verdaderamente importante era convertirse en hombres y en mujeres de verdad, conscientes de su alta posición en la creación y de la misericordia de su Creador.

En realidad, en España, lo que más le conviene al sistema son esas clases de “religión islámica” en las escuelas estatales tan reivindicadas por muchos musulmanes a lo largo de todo el país; de este modo tendría a los musulmanes contentos con “la enseñanza de su religión” dentro de un currículo basado en un sistema de valores y una interpretación de la existencia que nada tienen que ver con el tawhid, y que se opone frontalmente al Din del Islam.

Les enseñan que lo más importante es la paz, incluso están dispuestos a admitir que, “a pesar de todo”, Islam significa “paz”… Les hacen dibujar palomas de la paz, y a celebrarla incluso, adoctrinándolos en una creencia que el propio sistema se encarga de desmentir todo el tiempo en el “mundo real”; transmitiéndoles de facto, por tanto, que la escuela es algo que no está vinculado a la realidad, una cantera inagotable, en el mejor de los casos, de “creyentes” en el idealismo humanista, la única manera aceptable, decente, de estar en este mundo, pero cuyo final anunciado es el escepticismo, es decir, una manera de sobrellevar el miedo.

El crecimiento del joven musulmán, a lo largo de las tres grandes etapas naturales, se funda en un desarrollo en espiral, expandiéndose en círculos concéntricos cada vez mayores, en un proceso natural de socialización gradual, desde la casa, pasando por los padres, los hermanos, los tíos, los abuelos, los allegados, los vecinos… la comunidad local, hasta lo universal, siempre con un mismo centro, el significado puro del tawhid. Porque el crecimiento no es lineal y en calidad progresiva, siendo muy pequeño el inicio y muy alto al final, sino que son precisamente los primeros años los más importantes y donde se conforma el grueso de lo que serás de adulto… De tal manera que el tawhid está siendo protegido, en su esencia, en esos primeros años, para ir siendo consolidado, con la intervención de todas las demás facultades humanas, a lo largo de las demás etapas de crecimiento.

En esta primera etapa, hasta los siete años, la madre es la madraza, la madre es la escuela. Y no voy a profundizar más en este momento, sólo señalar que aquí reside uno de nuestros mayores problemas en este tiempo. Recuerdo un texto sobre Heidegger en el que mostraba “su indignación por los ‘depósitos’ para niños y ancianos construidos en Alemania, para ‘quitarlos de en medio’”. Sostenía que “así como los niños debían criarse en el ámbito familiar, y no en ‘guarderías infantiles’, también los ancianos debían permanecer en el hogar, pues su vida era digna de veneración, y su experiencia debía ser aprovechada por los jóvenes” (Heinrich Wiegand Petzet, Encuentros y diálogos con Heidegger). Si esto era en su tiempo, hoy día hemos llegado al tope de este dislate con respecto a estas dos etapas claves de la vida.

Un dato: El 3º objetivo estratégico de la UE para el año 2020 en educación es que al menos el 95% de los niños entre 4 y 6 años estén escolarizados en educación infantil. En España se alcanzó el 100% ya en 2011. Sin embargo, Finlandia, considerada como el mejor referente educativo a nivel mundial, sólo tiene un porcentaje, para ese mismo tramo de edad, del 45%. Por cierto, mientras las horas lectivas en España son de 875 horas en Primaria, en Finlandia son sólo de 608. Y los niños no tienen obligación de entrar en la escuela hasta los 7 años.

Según José Antonio Marina, pedagogo español “estrella”, que está acabando actualmente el Libro Blanco de la Educación en España por encargo del Gobierno, refiriéndose al sistema educativo finlandés: “… esa escolarización tardía es fruto de una concepción pedagógica que entiende que introducir a los niños pronto en una educación más formal es contraproducente. (…) Nos estamos pasando con la insistencia en una educación muy precoz que sobrecarga a los niños”.

Como dice Shaij Abdalqadir en Imán y Educación (pág. 7): “La guardería es una excusa. No tiene fundamentos sólidos intelectualmente”. Ya en la Grecia Clásica, “Platón comprendió que no tenía sentido esperar que los niños comprendiesen ideas abstractas hasta que hubiesen aprendido a controlar sus cuerpo mediante el ejercicio atlético y hasta que aprendiesen orden gracias al ritmo musical y otras formas de armonía sensorial” (El yo evolutivo).

La recuperación de la sabiduría natural de la crianza de los hijos es una tarea imprescindible, pero, para eso, la mujer ha de recobrar el conocimiento perdido acerca de su propia naturaleza.

Se están forzando los procesos de desarrollo; en los esfínteres; en el proceso de socialización, con la obsesión actual porque los niños estén integrados en grupos antes de su momento madurativo para ello.

La obsesión por la expresión de sí mismos, cuando lo adecuado para esta edad es la imitación de los modelos clásicos.

La obsesión por descomponerlo todo, cuando el niño de esta edad ha de percibir el fenómeno completo.

La obsesión por calificar numéricamente desde muy pequeños, cuando, como muy pronto, esto es algo que no debería hacerse, y muy cuidadosamente, a partir del tercer ciclo de la Primaria.

En la edad escolar, no existe tawhid porque trabajes todos los aspectos de la persona y piense que estás haciendo educación integral… Esto está muy bien, y es nuestro objetivo también, pero no es el fondo del asunto. Porque puedes encontrarte con muy pocos medios y es posible que, ahí donde la gente sólo vea carencias, se esté transmitiendo integridad, forjando un núcleo, un centro de discriminación, una comprensión verdadera del tawhid, un corazón capaz de comprender.

Por supuesto, tampoco tiene nada que ver con llenar todo el tiempo de los niños de actividades extraescolares… Les ayudaremos mejor si les permitimos tener tiempo para digerir lo que hacen, para el juego, momentos de aburrimiento incluso, un ritmo sosegado, sin estrés… Los paseos con uno de sus padres, charlando, contemplando el paisaje… son de un valor incalculable.

Otro aspecto a tener muy en cuenta es proteger a los niños de la calle. Ya Shaij Abdalqadir nos lo advirtió en La responsabilidad de los fuqarâ. Tenemos que protegerlos de lo que hay ahí fuera, de la cultura de la calle.

La limpieza, asimismo, germen del discernimiento desde pequeños, cuando han de discernir entre lo que es comida y lo que es excremento, es la base de una sociedad y el camino para la nobleza.

Es también muy importante ocuparse de una correcta orientación espacio-temporal. En su discurso de clausura de las anteriores Jornadas Educativas, después de indicarnos Shaij Abdalhaqq la importancia central de la recuperación de una verdadera comprensión del tawhid, y relacionado directamente con ello, planteó la forma en que entendemos el tiempo y el espacio.

La noche del miércoles celebramos el Maulid en la mezquita y ayer por la mañana celebraron los niños, todos los niños que quisieron asistir, el Maulid del Mensajero (saws) en la escuela actual. Esto es de una gran importancia; es necesario consolidar las celebraciones, no sujetas al ciclo solar ni a ninguna otra referencia, de las fiestas y acontecimientos de los musulmanes: los dos ‘Ids, el día de ‘Ashura, con los regalos para los niños, el Maulid… Éstas han de ser sus referencias temporales.

Hemos visto a muchos niños musulmanes celebrando Halloween y otras fiestas de la cosecha. Shaij Abdalqadir me dijo en una ocasión cuando observó que en la época de las Navidades faltaban muchos niños a clase, en La Maestranza, y que era porque se encontraban en las ciudades de sus abuelos y familias: “Los niños deben visitar a sus abuelos siempre que se pueda; pero nunca, nunca, en estas fechas, porque la Navidad contiene una carga emocional demasiado fuerte”.

Estos días ofrecen una estupenda oportunidad para hablarles a los niños de Allah, subhanahu wa ta’ala, que “No ha engendrado ni ha sido engendrado/Y no hay nadie que se le parezca”, del Surat al-Ijlás; que no nació ayer noche, ¡astagfirullah!; de la Fátiha: no nos guíes por el camino de los que “son motivo de tu enojo/ ni el de los extraviados”… Es una maravillosa oportunidad, con esta coincidencia de las fechas, del Mawlid u la Navidad, para hablarles de la vida del Mensajero de Allah (saws), para que acrecienten su amor por él; y para hablarles también de ‘Isa (as), de todo lo que se dice en el Corán sobre él y sobre su madre.

Y han de ser fanáticos, “tiernos fanatiquillos”, porque esa es la manera como los niños toman las cosas… No hay que preocuparse, como dice Shaij Abdalqadir: “Más adelante se atemperarán con la edad”. Pero no los puedes dejar entre dos aguas, tibios, sin fuerza en su creencia, porque los estarás destruyendo.

Mencionaba Shaij Abdalhaqq en su discurso una aleya coránica: “Arraigados en la Tierra con firmeza”. Y la pregunta que me hago es ¿dónde están arraigando realmente nuestros jóvenes? Si estas calles ya no permiten transmitir una interacción social adecuada, con sus límites morales naturales, es necesario encontrar espacios para los más jóvenes: salidas a la montaña, campamentos, convivencias, deportes, teatro, excursiones por la ciudad, etc., que propicien relaciones sociales más elevadas, donde, de manera voluntaria, diferentes personas de la comunidad de diversas edades puedan contribuir haciendo lo mejor que saben hacer.

Los niños han de conocer los paisajes, recorrer los caminos, subir las montañas, aprender los nombres de los árboles, de las plantas y de los animalillos de su zona… Han de echar raíces en la tierra… Y han de conocer los procesos, de la tierra, de la atmósfera, de las estaciones (pero no como temas de un libro de texto) y han de reconocerlo en la descripción del Corán. La capacidad de leer la existencia es nuestro objetivo educativo. Porque esto nos lleva al tawhid, a la proclamación de la Unidad de Allah, subhanahu wa ta’ala.

El respeto por la creación, por todas las cosas del mundo, la limpieza del aire, las plantas y los animales está basado en asumir el ser califas de Allah en la Tierra, en el reconocimiento de que la soberanía pertenece a Allah; no en el racionalismo ni en el análisis crítico, con la exploración del mundo como si fuera tuyo y pudieras hacer lo que quieras con él.

Algunos pensadores apuntan a que nos dirigimos a una gran colisión, la colisión de todas las ciencias en una sola ciencia: la biotecnología. Se trata de un choque, con un muy previsible resultado traumático, caótico; el camino opuesto a una unificación de la diversidad de los conocimientos científicos en un mismo rumbo.

Es una cuestión antropológica, se trata de una manera de “estar” en el mundo. No es algo racional. Se trata de cómo experimentamos la existencia, la vida. Los niños han conocer acerca de la crianza de los animales, del crecimiento de las plantas… y de cómo llegan hasta nosotros para nuestro alimento y abrigo, cómo están llegando hasta nosotros desde hace muchos años… Todo esto es de suma importancia, el correcto entendimiento de la creación y la función de los elementos que conforman el cosmos. La conciencia de Quién hace que todo esto suceda, de Quién es realmente el que hace germinar.

Y este arraigo, este enraizamiento, sólo puede ser realizado enteramente con el lenguaje completamente integrado en este descubrimiento, porque esta es la herramienta para ello… El cuidado del lenguaje, la buena palabra, es esencial ahora. En nuestra experiencia en la escuela hemos podido observar que esta cuestión es una de las más difíciles para los niños, porque es necesario mucho valor para que mantengan en la calle un castellano correcto. Como nos dijo Shaij Abdalqadir: “El español es una hermosa lengua, pero se requiere de mucho valor para hablarla correctamente, porque las consonantes son fuertes”.

Otros aspectos, y ya casi sólo estoy enumerando, para no cansarles en exceso, son la necesidad de trabajar con ellos el autodominio, la contención y la paciencia, (que tienen como consecuencia algo muy importante: la esperanza).

Es curioso que un sistema educativo como el que sufrimos, cada vez más centrado en la neurociencia, en el cerebro, en la cabeza, sea a su vez tan emocional, pero esa emoción exacerbada, desequilibrada e incontenible, que podemos observar a cada momento… Tocan sus cabezas, juegan con sus emociones; pero no se ocupan de cuidar sus corazones. Mientras nuestro sistema, centrado en el corazón, como órgano vital del musulmán, que funciona como un imán, conlleva furqán, la capacidad del discernimiento y el dominio de sí mismo.

Dice Shaij Abdalqadir que “esta es una época en la que es muy posible que lo peor que le ocurre al ser humano moderno es la incapacidad de tener sabr, porque todo está dispuesto para conseguir hacer las cosas ahora mismo y ser impaciente” (Comentarios, pág. 275). Los niños han de aprender a esperar, a tener paciencia… porque si aprenden esto, sabrán cuándo tienen que actuar. Y han de aprender también que todo aprendizaje, que todo conocimiento requiere de un tiempo; no es instantáneo como en los medios tecnológicos actuales.

Aprovechemos la segunda etapa de crecimiento. La edad escolar es la mejor edad para aceptar las normas, para seguir un modelo, para aprender las normas básicas de convivencia, del adab requerido para cada situación. El mejor momento para infundir en ellos el entendimiento de la autodisciplina y el respeto a la autoridad.

Esos padres que se han ocupado, con todo su esfuerzo, hasta donde dadas sus circunstancias les han permitido, de que sus hijos vivan plenamente la escuela de la madre, y después, en la edad escolar, de proporcionarles la mejor formación que han podido, especialmente en cuanto a la elección de sus maestros, encontrarán, si Allah lo quiere, el mejor cimiento para el inicio de la tercera etapa de crecimiento, donde emprenderán el crucial viaje de descubrimiento del padre, por parte del muchacho, y de descubrimiento de su madre, por parte de la muchacha, en sus respectivos momentos, diferentes, de la pubertad; y si sus identidades han sido bien formadas y su diferenciación sexual ha emergido claramente (escuelas separadas para chicos y chicas en la etapa Primaria), tendrán el soporte necesario para, primeramente, el surgimiento del despertar sexual y, más adelante, la construcción de unas masculinidad y una feminidad plenas y la entrada en la vida adulta. La separación en esta etapa es fundamental. Como ha dicho Shaij Abdalqadir en numerosas ocasiones: “La separación trae la unión” (Primer discurso de Weimar, 95, pág. 19).

Cuando la fiesta de la capea en la plaza de toros de hace unos meses, todos estuvimos contentos de la alegría que reinaba y de lo bien que lo pasamos… No quiero poner un “pero”, sólo señalar algo que ocurrió para que nos sirva en esta reflexión: el grupo de niños comenzó, en un espacio adecuado y algo apartado del grupo general, una actividad pensada sólo para los varones: la lucha… Más tarde se incorporaron un grupo de niñas, y participaron ellas también. Poco a poco se llenó de hombres y mujeres alrededor de aquel espacio. Se podría decir que significó el culmen de entusiasmo de la tarde. Y lo disfrutamos todos, sin embargo, pude observar cómo se había desvirtuado el efecto especial que esta actividad tenía para los niños. La energía de los adolescentes que entraron después en liza ya era una lucha condicionada completamente por la mirada de las muchachas… Los valores masculinos ya no podían manifestarse de la forma en que lo hubieran hecho de haber estados los varones solos. Y volvía a repetirse de nuevo el hecho de que las niñas quisieran estar con los niños en su actividad… No digo que las niñas no luchen entre ellas, no sé si eso es lo mejor… La cuestión es que no suelen encontrar un espacio para ellas donde se expresen plenamente, junto a las mujeres, sólo para ellas.

Es muy importante hoy día encontrar estos espacios para unos y para otras. ¡Es muy importante…! La masculinidad y la feminidad representan para nosotros una tarea ineludible, a contracorriente de la sociedad general, porque el modelo dominante lo tenemos completamente en contra. Y se requiere de hombres y mujeres que se estén trabajándose a sí mismos, que estén profundizando en ello, que deseen fervientemente retomar el desafío que supone La pareja colaboradora, de Shaij Abdalqadir, que desde 1990, cuando fue pronunciada esta conferencia en la Universidad de Malasia, continúa siendo un reto pendiente para nosotros.

Nuestros jóvenes necesitan la guía y la compañía de hombres y mujeres dignos de admirar, que sean modelos a imitar; que estén resueltos en participar en construir a la próxima generación para que sean más que nosotros mismos. Como dice Shaij Abdalqadir: “No por medio de reproches, sino dando; no con la crítica, sino confirmándoles, dándoles” (Primer discurso de Weimar, 1995, pág. 18). Esto es lo que, como él mismo dice, más se puede hacer en este tiempo: “producir hombres y mujeres de calidad”. Y continúa: “Hace falta tener la levadura, porque, cuando se tenga, podrá ponerse en el pan. Siempre ha sido lo mismo, en todo tiempo y en todo lugar. La gente de conocimiento ha elevado lo que había a su alrededor llamando a las cosas por su nombre, no con ideología” (Entrevista a Shaij Abdalqadir, pág. 8).

Nuestro vínculo hoy está en la educación. No podemos soslayar esta responsabilidad. Tenemos que preocuparnos y ocuparnos de la educación de nuestros hijos; e intentarlo una y otra vez. Y no permitir que la división prevalezca entre nosotros, sino convertir, transformar, aquello que nos desune en el nexo que más nos una y hermane, apoyándonos mutuamente,

Porque todas estas cosas de las que he estado hablando, y otras que no ha habido tiempo de señalar, conforman una base que puede propiciar que los más jóvenes establezcan en sus vidas un tawhid verdadero, real… Pero se precisa para ello de una acción unificada de todos, desde la autoridad del emir, la enseñanza e iluminación de nuestro imam al jatib, de las casas, las familias, cada uno aportando aquello que mejor sabe hacer.

Esta energía, más que ninguna otra cosa, es la paideia. Y debemos activarla, reactivarla entre nosotros, porque esta fuerza, este proceso dinámico de mejora continua, es la señal que nos indica que estamos sostenidos en un auténtico tawhid.

Esta es mi propuesta en esta mañana: ¡Hagámoslo juntos! ¡Y hagámoslo para nuestros hijos y los hijos de los demás musulmanes!

Pero para esto hemos de elevarnos en nuestras aspiraciones, a lo que tantas veces nos llama Shaij Ahmed Bermejo, y salir de esa mirada, corta y cicatera, de reducir todos nuestros esfuerzos y proyectos, a quedarnos sólo con aquello que podamos sostener juntando entre todos la calderilla que pueda salir de nuestros bolsillos… No podemos limitarnos de esa manera… esa es la postura fácil… Lo difícil, y a lo que estamos siendo llamados continuamente por nuestro Shaij, es elevarnos, ser agradecidos con nuestro Creador sacando de nosotros los enormes regalos con los que nos ha honrado, a construir, a establecer, en este tiempo y en este lugar, proyectos que vayan más allá de nosotros mismos… Que requieren de muchos medios y de mucho esfuerzo; de relacionarnos con el resto de la Ummah, de recuperar instituciones, como es el caso del waqf. Nuestra labor de fundraising es de las más honorables entre nosotros hoy. Estos hombres que salen de viaje, dejando durante semanas a sus familias, merecen nuestra comprensión, y el reconocimiento debido a todos aquellos que trabajan fisabilillah.

Me ratifico en lo que dije en agosto pasado en este mismo sitio, aunque pueda parecerles excesivo: estamos en el comienzo de un proceso de Bildung, un empeño consciente por mejorarse, en cada uno de sus hombres y mujeres y como comunidad.

Bildung, que es un término que podemos relacionar perfectamente con la paideia griega, tiene que ver con la educación, pero una educación mucho más amplia y profunda que aquello que solemos identificar comúnmente como “educación”. La Bildung significa una educación, una formación, que el Estado no controla.

La Bildung, como la paideia nos lleva a emprender un camino de formación completo, de “refinamiento, limpieza y ennoblecimiento”, en palabras de Sidi Ahmad Gross. Bilden significa ‘tomar forma’, crearse a sí mismo’. Se podría decir que nuestro anhelo, nuestra tarea, es modelarnos a nosotros mismos siguiendo el modelo del Mensajero de Allah, la paz y las bendiciones de Allah sean con él.

Esto está ocurriendo entre nosotros, al menos al nivel de un pequeño núcleo. La biblioteca de Emir Málik sigue incrementándose con obras esenciales. Es muy importante que este ejemplo crezca, y que establezcamos un círculo de personas que compartan este afán, porque es necesario, en este proceso de formación, recibir estímulos, crear una atmósfera cálida para el aprendizaje y sentir el aliento de otros. Sin esto no se puede forjar nada. Y los jóvenes serán los primeros que se beneficiarán, insha’llah. Porque han de descubrir quiénes son, en qué mundo están y hacia dónde han de ir. Y las familias han de comprender que una buena formación de sus hijos va más allá de la escuela. Y los padres, que igual que son los imames en el salat en sus casas, han de convertirse también en el referente cultural de sus hijos.

Shaij Abdalqadir es, como en tantas cosas, nuestro mejor ejemplo: continúa, a pesar de su enfermedad y de su edad, estudiando, trabajando intelectualmente… ya nos cuesta mucho seguir su último libro, La ciudad entera. Su nivel es muy alto… Nos está llamando a prepararnos, a avanzar, a poner todas nuestras capacidades al máximo.

En esta obra, La ciudad entera (pág. 253), Shaij Abdalqadir, refiriéndose a la asabiyya, dice: “Es ese círculo de hombres y mujeres vinculados, no por sangre ni por posición, sino por una calidad de vida compartida que exige la adoración pura del Señor del universo y una continuada competición entre sus miembros en lo que respecta a generosidad, apoyo, sustento, aprendizaje e interés mutuo. (…) Ibn Jaldún dijo que ese tipo de círculo siempre vencerá a sus enemigos; y añadió que si ese grupo está unido en torno a la adoración de lo Divino, conseguirá el gran triunfo”.

En las últimas Jornadas Educativas, a raíz del mensaje que nos envió Shaij Abdalqadir acerca de unirnos en grupos de asabiyya, surgió inmediatamente un grupo de diez hombres, hombres jóvenes, casados y con hijos la mayoría, dispuestos a hacerlo. Esa determinación es de un enorme poder. La última frase de La ciudad entera es: “Para la compañía en la oscuridad es fundamental tener unos pocos Compañeros” (pág. 255). Ojalá este grupo de hombres retomen este compromiso, este pacto entre caballeros… Pero han de tener muy claro que este alto propósito no podrá salir adelante con éxito si no involucran en ello a sus familias.

Dice Shaij Abdalqadir en Comentarios (pág. 259): “… la incapacidad de comprender el verdadero Tawhid es lo que hace que los musulmanes se salgan del Camino, y esto es un desastre. Si el desastre se apodera de los musulmanes es porque han perdido la verdadera enseñanza del Tawhid. Si se tiene la verdadera enseñanza del Tawhid, como ha ocurrido en todos los grandes momentos de la historia musulmana, es porque siempre ha existido en el centro mismo de esa Comunidad un grupo de ‘Arifín que reconocen esta realidad y la enseñan a la gente común”.

Dos elementos han caracterizado y honrado a nuestras comunidades a lo largo de su historia: la educación de nuestra juventud y el Da’wa. Y ambos aspectos están íntimamente ligados. Porque ¿cómo podríamos estar ocupados en un Da’wa dinámico y constante si no estamos firmemente resueltos en el Dawa a nuestras generaciones más jóvenes…? Existe entre ambos ámbitos una relación tan estrecha que se refuerzan mutuamente. Ambos representan la manifestación de que estamos transmitiendo la enseñanza que hemos recibido; representan dos elementos fundamentales de la enseñanza de nuestro Shaij. Citando a Hayy Abdallah Luongo, rahimahu-llahu: “Dondequiera que esto se esté llevando a cabo, allí es donde la auténtica obra de Shaij Abdalqadir está sucediendo” (Shaij Dr, Abdalqadir As-Sufi, el intelectual más destacado de nuestro tiempo, pág. 2).

Muchas gracias a todos.

Dua’s:

¡Oh, Allah, concede salud y una larga vida fisabilillah a nuestro amado Shaij, Shaij Abdalwqadir As-Sufi!

¡Oh Allah, subhanahu wa ta’ala, que sirva este encuentro para que esta comunidad se una fuertemente en el proyecto más elevado: la formación de su juventud, fuerte, libre y feliz, y en el Dawa a todos aquellos que están esperando la llegada a sus vidas de este noble Din!

¡Oh Allah, concede incremento a todas nuestras comunidades a lo largo del mundo, y a todas las comunidades musulmanas y musulmanes sinceros de la Ummah!

La escuela del Sheij: un proyecto de formación integral

Muhammad Mujtar Medinilla
“Hoy he completado vuestra Práctica de Adoración, he colmado Mi bendición sobre vosotros y os he aceptado el Islam como práctica de Adoración”
(Corán, Sura de la Mesa Servida – 3)
Assalamu ‘alaykum
Con el permiso de la autoridad y de todos nuestros maestros aquí presentes…
En realidad, mi intervención no se puede calificar exactamente de una conferencia en el sentido propio de la palabra. Únicamente trataré de servir como presentación al tema general de estas jornadas educativas a la luz de (desde el punto de vista de) nuestra necesidad, en incremento, de profundización en la tarea que pretendemos llevar a la práctica en Granada, con el permiso de Allah, Subhanahu wa ta’Ala.
Señalar los objetivos de estas jornadas educativas:
Continuar reflexionando, ahondando, en la cuestión educativa de cara a vislumbrar, atisbar, un modelo educativo para estos tiempos de cambio, para poder establecer un puente en esta barzaj, entre este sistema que muere y el nuevo orden, en un primer estadio, que signifique certeza y esperanza para estos tiempos de incertidumbre…
Servir como una dosis de provisión más para nuestras comunidades elevando en lo posible nuestro nivel formativo…
Significar un estímulo más, tanto o más que de conocimiento, para aquellos de entre nosotros especialmente interesados en la educación y la enseñanza, por vocación y actividad en cualquier tipo de proyecto …
Y, por supuesto, recoger, como promotores de las jornadas y del proyecto de La Escuela del Sheij, los conocimientos y la mejor energía que genere, insh’Allah, este encuentro para continuar perfeccionando nuestra propuesta educativa futura en Granada, que insh’Allah sea cuanto antes…
Sheij Dr. Abdalqadir as Sufi en su artículo del 24.11.2011, La Psicosis de la Sociedad de Sistemas, explica: “El marco, la estructura, el patrón de la sociedad que hasta ahora parecía real, sólido y bien cimentado, ha comenzado a fragmentarse, a desintegrarse y a colapsar (…) La era de la política, del gobierno, de la sociedad cívica ha terminado. La educación ha terminado…”
Palabras que coinciden plenamente con la afirmación de Heidegger, que Rais Abu Bakr citó en su discurso de apertura del Dallas College en febrero de 2005 y que mencionaré en algún otro momento de esta charla, cuando “incluso anunció el fin de la Edad de la Educación en Europa, en otras palabras, el fin de cualquier posibilidad de educación (…) El conocimiento ha sido reducido a un interminable crecimiento de la reserva de información”. Esta era la amenaza que se cernía sobre Occidente de la que ya escribía Donoso Cortés en el siglo XIX, y que más tarde Carl Schmitt advertía en el siglo XX… La anomia como falta de fines y de propósitos, estado donde no existe la justicia… El mundo moderno ha olvidado el significado de nomos. Nomos representa el establecimiento de límites. La existencia del nomos garantiza la posibilidad de la convivencia… El nomos delimita definiendo de paso lo político… Su etimología proviene del griego nómos, que significa ‘costumbre, orden, derecho, ley…, pero también significa ‘melodía’, algo que tiene armonía…
El juego del ‘anomos’, por el contrario, es la banalización del bien y del mal…, la indefinición, la no concreción, la confusión y la irresponsabilidad… Su palabra en griego, ánomos, quiere decir ‘malvado, criminal, sin ley, no sujeto a la ley…, pagano…; ánomia: falta de leyes, desprecio, injusticia, maldad… El sistema actual no se podría calificar como nomos, no lo es en verdad, es más bien el mecanismo de implantación de la ANOMIA…
Escribe Sheij Abdalqadir en El Libro del Amal: “Incluso los antiguos sistemas de justicia que se habían logrado establecer con el paso de los siglos han sido borrados de los libros de leyes bajo las nuevas dictaduras del Estado moderno”.
En español, el concepto ‘anomia’ (definición de la RAE): 1º. Ausencia de ley. 2º. Conjunto de situaciones que derivan de la carencia de normas sociales o de su degradación. Y 3º. (Literalmente): Trastorno del lenguaje que impide llamar a las cosas por su nombre. En medicina.
Llevo muchos años oyendo a Sidi Karim decir que ‘lo importante es llamar a las cosas por su nombre’. Y siempre a Sheij Abdalqadir: En un artículo de 2008 titulado precisamente “Llamar a las cosas por su nombre”, define este tiempo como el del fin de una era, y nos advierte de que nos hallamos en un momento peligroso…, un barzaj.
“La primera necesidad de nuestra época −señala− es la clarificación. Ha llegado la hora de volver a los orígenes (…) La primera necesidad no es sólo llamar a las cosas por sus nombres verdaderos, sino también conectar la cosa con su nombre, la acción y la realidad con su nombre”.
Y en el Ders de su último Mausim: La enfermedad aparece cuando el hombre ya no sabe cuáles son los nombres de las cosas… Cuando, entonces, un mundo ficticio empieza a formarse a su alrededor… La importancia de la palabra: Vivimos en un tiempo en el que se comete shirk, dándole un nombre a algo y declarando que es una cosa cuando la realidad es muy diferente… ‘El medio de intercambio tiene valor’… Esta es la causa de la destrucción de la cohesión social…ANOMIA en todos los sentidos de la palabra… Nos habla Sheij Abdalqadir del fin de un ciclo y la instauración de un nuevo nomos. En su libro The Interim is Mine, dos capítulos se llaman así, justamente: “El fin de un ciclo” seguido de “El nuevo nomos”.
“El nuevo nomos no ha desaparecido de la Tierra. Ha logrado sobrevivir. Y ahora está listo, una vez más para surgir en el ámbito más amplio de la renovación cívica”. Y proclama: “Será la interconexión entre grupos formados por los jóvenes más nobles y las mujeres más excelentes, unidos todos en la adoración del Señor del Universo, lo que limpiará las ciudades de plástico y contaminadas”. Uno a uno, y grupo tras grupo, vendrán para apoyar la revitalización de la vida. El elemento vinculante, la fuerza de cohesión, es la adoración del Señor del Universo… Serán como los Compañeros de la Cueva, que cuando despierten con unas pocas monedas de plata, cambiarán el mundo. Ya ha empezado y la victoria pertenece a Allah. Él dará la victoria a los musulmanes europeos, a los somalíes y a los punŷabis. A los hombres que nunca se rindieron”.
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Nuestra tesis radica en que: si la ‘educación’ ha sido uno de los dogmas káfir que han mantenido hasta ahora a este sistema que empieza a colapsar, junto con la ‘democracia’, los ‘derechos humanos’ y el ‘proyecto tecnológico mundial’ (recuerden el artículo del Sheij ¡Ayuha l Walad! Lección cuatro), la educación también habrá de constituir uno de los pilares fundamentales para la instauración de un nuevo sistema;… pero, habría que añadir, sólo podrá jugar este papel si se reviste de las cualidades de una verdadera paideia. …
Tal vez se pueda pensar, en un primer momento, que qué ganas de volver atrás, qué pérdida de tiempo, ponernos ahora a hablar de griegos antiguos y conceptos que parece que muy poco tienen hoy que ver con nosotros, sobre todo para este tiempo, en que necesitamos encontrar una manera práctica, operativa, que funcione en definitiva, de llevar adelante nuestros trascendentales proyectos… Pero quizás sea precisamente en la vuelta a los principios, “ite ad fontes” (recordemos lo expresado anteriormente: “volver a los orígenes”) donde hallemos las claves, vivas y vibrantes, de lo que es necesario adquirir para poder encarar la situación actual…
Encontré una aseveración sencilla pero concluyente en la página web de Sidi Abu Bakr Carbery: “Parte de lo que le ha sucedido a nuestro método educativo europeo es que han sido cortadas sus raíces griegas”.
Según el filósofo italiano Massimo, en su obra El sujeto ausente, formula una tesis que intenta dar respuesta a la crisis de la educación actual: el principal problema de la enseñanza reside en el abandono de la tradición cultural de Occidente. La escasa referencia a los clásicos, la pérdida de la dimensión narrativa de la Historia y la Literatura y, en consecuencia, la disolución del sujeto en los contenidos educativos, han certificado la defunción de este sistema (unido por supuesto a la desilusión que rodea la figura del docente).
“La consecuencia del abandono de la tradición cultural ha provocado que los jóvenes no sepan descifrar el mundo en el que vivimos, porque han sido borradas las claves para interpretarlo… Pero cuando se muestra toda visión del pasado como error. “El resultado de esta circunstancia, según Borghessi, es un seudocriticismo, un pensamiento negativo que, tras haber devorado toda identidad posible, girando en el vacío, se convierte en algo totalmente acrítico”.
“La tradición es el ámbito que introduce en la historia, en la nueva comprensión-transmisión del pasado como posibilidad de iluminar el presente y de abrir el futuro”. El retorno a los clásicos se presenta como la vía maestra para la recuperación de la tradición. “Sólo lo clásico es actual si está en condición de manifestar la fascinación eterna que de él se desprende. Y el maestro es el responsable de mostrar este punto de unión”…
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Los griegos no hablaban de método, sino de paideia. Sabían que el pensamiento no piensa a partir de una buena voluntad, sino (y en esto Nietzsche estaría de acuerdo) en virtud de fuerzas que se ejercen sobre él para obligarlo a pensar. “Un nuevo nomos, una paideia renovada”… Renovar… Y también aquí nos quedamos con todas las acepciones posibles de esta palabra, porque todas nos sirven y expresan lo que pretendemos: ‘cambiar, innovar, sustituir, restaurar, reconstruir, volver algo a su primer estado, dar energía a algo, transformarlo… Porque el factor decisivo en toda paideia es LA ENERGÍA, que para los griegos era más importante en cuanto a la formación del espíritu que para las aptitudes corporales en el agón, el espacio de reunión para los juegos atléticos y la lucha, la arena, la palestra…
Hemos de retornar a los griegos, empezando por el propio Homero, para reconocer, en gran pureza, la íntima relación entre la acción moral y la fuerza… sin culpa… Hemos de volver a la Ilíada y la Odisea en las escuelas (y no como meros cuentos ‘adaptados’ al lenguaje de hoy, sino a través del griego clásico, y en su defecto, de las mejores traducciones de las obras en toda su plenitud…) y a través del oído. La papel insustituible de la narración, del oído como el instrumento del saber, por encima de la pantalla… Homero se dirigió particularmente a la aristocracia de su época…
El primer concepto de educación es el de areté más que el de paideia… Areté es el concepto central de la más antigua educación griega… La palabra areté es más que ‘carácter moral’… Es un tipo de excelencia… y como decimos, sin connotación moral… Aquiles representa la nobleza de espíritu, la síntesis perfecta entre la excelencia del sabio y la dignidad del guerrero. Superando a Ulises, maestro en el decir y a Áyax, experto en la acción, el fin para el cual ha sido educado reúne ambas cosas; “para pronunciar palabras y para realizar acciones”. El dominio de la palabra significa la soberanía del espíritu…
La palabra areté, que en su acepción originaria y tradicional Aquiles representa la síntesis de ambos, la nueva imagen del hombre perfecto, el paradigma del ideal griego de educación… equivalió a destreza guerrera, no halló obstáculo para transformarse en el concepto de la nobleza, que se forma de acuerdo con sus más altas exigencias espirituales, tal como ocurrió en la ulterior evolución de su significado… Relacionado con el concepto de areté está el honor, que viene a ser la aspiración al ideal de areté. La areté es el atributo propio de la nobleza. El hombre de calidad es quien, tanto en la guerra como en la vida privada, se rige por determinadas normas de conducta, ajenas al común de los hombres…
De tal manera, que determinadas obligaciones, en el sentido de la moral burguesa, valen menos que una liberalidad (generosidad, desprendimiento) abierta a todos y una grandeza en el porte total de la vida… Magnanimidad… Aquiles es ofendido en su honor (tema central de La Ilíada)… porque quien atenta a la areté ajena pierde el sentido mismo de la areté… y ninguna razón, ni tan siquiera la apelación a la patria, ni mucho menos a unos ideales, está por encima de esto… Tanto para Platón como para Aristóteles, la areté sólo puede hallar su verdadera perfección en las almas selectas… El reconocimiento de la grandeza de alma como la más alta expresión de la personalidad espiritual y ética se funda en Aristóteles, tal como en Homero, en la dignidad de la areté.
Y estamos hablando de un largo, muy largo periodo de tiempo…, desde la época arcaica hasta la llegada de la época helenística… En este concepto de areté se funda el carácter aristocrático del ideal de la educación entre los griegos… “Apropiarse de la belleza” (como es definido por Werner Jaeger en su colosal Paideia)… “La subordinación de lo físico a una más alta “belleza” Werner Jaeger…
Dijo Hellwald, citado por el famoso historiador Jacob Burckhardt en su monumental obra Historia de la cultura griega: “En cuestión material, no han producido los griegos ni siquiera un invento digno de mención… El pueblo griego es ante todo contemplador de un logos, de una razón universal, de unos principios y modos de ser de las cosas. Su proyecto más ambicioso fue siempre el hombre… “Los griegos vieron por primera vez que la educación debe ser también un proceso de construcción consciente” (volviendo a Jaeger)… Era necesario hacer al hombre; desde su infancia había que guiarlo mediante las instituciones culturales y los maestros que proponían modelos de virtud…
El niño es desde el principio imitador de hombres justos y buenos… La paideia griega se sostiene sobre estos dos pilares: el paradigma (aquello que se manifiesta como modelo o ejemplo) y la mímesis (su imitación, connatural al hombre desde la niñez). El hombre siente la necesidad de aproximarse e imitar el modelo ideal porque éste le maravilla, le entusiasma. La relación paradigma-imitación, por tanto, anuncia los conceptos, primero, de zauma, ‘maravilla’, y, consecuentemente, de aproximación.
Pero la esencia misma de la paideia no consiste en ‘verter conocimiento’ en un alma ‘no preparada’… La verdadera paideia atrapa y transforma el alma misma para hacerla apta a esta percepción de las cosas tal como son.
Heidegger traduce Paideia como Bildung (Sin olvidar que fue Goethe quien introdujo de manera decisiva la ‘Teoría de la Bildung’). La paideia es una Bildung (formación) que atañe a la esencia misma del alma, al fundamento de la condición humana… Pero este es un tema que será desarrollado con mayor profundidad y diversas perspectivas tanto el sábado, con Hayy Ahmad Gross, como el domingo, con Sidi Ibrahim Lawson…
Lo que sí es claro es que nosotros nos identificamos con Paideia en tanto un modo de actividad educativa cuya finalidad es que el individuo se vuelva virtuoso, alcance la areté –nobleza− e incorpore una dimensión ética a sus relaciones con los demás… Identificación entre política y educación, de tal manera que Paideia será el modo de acceder a la Politeia, que es el saber con-vivir…; y nos identificamos con Bildung en cuanto a la formación integral del individuo de conformidad con un ideal por encima de las limitaciones del poder del estado…
Ambos proyectos educativos en lugar del proyecto educativo pragmático posmoderno que piensa en la educación como un ‘proceso de formación de capital intelectual o capital humano’, que piensa en la vida social y sus dimensiones colectivas sólo en función de la riqueza económica… Donde la contribución del individuo a la sociedad, por tanto, se realiza a través del éxito personal y se mide en términos de productividad y competitividad, una práctica educativa que forma al sujeto como recurso económico antes que como ciudadano o ser humano…
La paideia (o Bildung si lo prefieren) es un pasaje…, una transición, un encaminamiento del ser humano hacia una transformación radical de su ser…, lo que Sheij Abdalqadir a veces denomina como ‘reeducación’… Porque, de acuerdo con Platón, no basta con eliminar las cadenas, sino que se requiere de un proceso de ‘formación’… de direccionamiento hacia la Luz…
Este sistema ha perdido la idea de Paideia porque ha perdido la Unidad, de tal manera que hoy se duda y se debate si la paideia es un anacronismo del pasado o, por el contrario, una imperiosa necesidad: un ideal para el hombre de vida y comportamiento (adab). (Porque) La educación ética y política es un rasgo fundamental de la paideia. Paideia, en principio significó ‘crianza de los niños’, para luego comprender ‘el conjunto de todas las exigencias ideales, corporales y espirituales, o sea, la formación espiritual plenamente consciente. ¿Acaso no es esto lo que define una educación integral digna de su nombre?
“La superior fuerza del espíritu griego depende de su profunda raíz en la vida de la comunidad” Y una paideia digna de su nombre sólo puede ser desarrollada como un proyecto, un compromiso de hecho, no como un diálogo, entre todos los interlocutores de una sociedad.
En este sentido, la construcción de nuestras propias comunidades, desde el inicio, desde los primeros tiempos en Inglaterra y en Granada, ha sido y está significando, porque aún está en proceso de formación, el germen de una posibilidad de restaurar la paideia, en definitiva, nuestro Din… En la paideia clásica, griega, la educación no era un logro individual, y por lo tanto, no era objeto de apropiación…, sino una tarea que redundaba en efectos para la comunidad… El carácter de la comunidad se imprime en sus miembros individuales a través de la Paideia… y es en el zoon politikon, en donde puede reconocerse, según Jaeger… Sólo cuando posee la paideia, el individuo es parte de la comunidad, sólo a través de ella el individuo es capaz de vida política… Le aporta una visión espiritual viva y activa y una comunidad de destino… De haberle hecho caso a Sidi Karim, esta charla hubiera sido muy corta: “Paideia significa Unidad”. Pero me empeñé en decir algo más…
El problema, que se puede percibir fácilmente, la trampa hoy día para muchos que quieren un cambio, está en la no cuestionada asociación entre paideia y democracia. Un lugar común muy extendido es vincular, como si no pudiera ser de otra manera, democracia con la democracia ateniense, cuando el único parecido de ‘esta democracia actual’ con aquélla sería en todo caso el periodo de degradación y corrupción de los sofistas…
Como claramente expone Luciano Canfora en su Crítica de la retórica democrática “puede decirse que todo el pensamiento político griego, tanto el expresado por historiadores, como por filósofos u oradores, es una crítica constante a la democracia. Incluso cuando el que habla (como en el caso de Demóstenes) se ve obligado por su propia condición (como representante de Atenas) a hacerse cargo de la defensa de las formas políticas vigentes en su ciudad”… Se hace necesario, por tanto, conocer lo esencial de toda esta historia (como de toda la historia en general) para poder desmontar esta premisa falsa, que hoy es generalizada en el mundo de la educación, de que paideia significa democracia… El papel que los políticos han concedido a la educación y los sistemas educativos, con sus asignaturas como la polémica ‘Educación para la ciudadanía’ en el caso de España, apuntan más o menos a la constitución de ‘un sujeto capaz de responder al ideal democrático’. Aunque, en realidad, los políticos han actuado como agentes de la palabrería, como sofistas o retóricos en el sentido más indigno de la sofística y la retórica… Si en verdad tuvieran un interés genuino de acercamiento a ‘lo clásico’, verían muy bien reflejado en el pasado griego el desastre en el que hoy viven…
Precisamente la paideia griega constituye el intento a lo largo de los siglos de corregir y superar el desorden y la confusión de la ‘etapa democrática’… La retórica usada como techné (arte, técnica) de la seducción, arte de convencer persuadiendo a una asamblea, de manera que la palabra y el gesto teatral fuesen capaces de arrastrar magnéticamente a los ciudadanos presentes… Esto obedecía a una noción de verdad como elemento que no tenía por qué encarnarse, al que no tenía por qué corresponder una palabra veraz… O sea, la verdad se supone verdad y se convence para ello, pero esto no implica que el sujeto que esgrime sus razones, y seducciones, esté constituido de dicha verdad… En el ideal democrático el ejemplo personal no cuenta…, la verdad como ideal que no está en correspondencia con este mundo, sino que pertenece a una especie de universo eidético (de las ideas) de la palabra en sí misma, de la palabra escindida…
Sólo se puede sostener que se está transmitiendo una paideia verdadera (aunque sea el maravilloso Din del Islam) cuando la teoría y la vida marchan siempre juntas. “El hombre fiel a su palabra” versus “el hombre que habla de la verdad sin relación con su propia vida”… Hay mucha gente hoy en Europa que cree ilusamente que es necesaria una contra-educación, o una re-educación de esta educación, por llamarle de alguna manera, llena de malos hábitos y cuyo peso ha reposado en la palabra dividida…, para hacerse ‘dignos de la palabra democrática’. Mucha gente del 15 M considera, en este sentido, que su movimiento es un ‘movimiento de educación’: por encima de la falsa palabra, la pedagogía que contra viento y marea intenta predicar con el ejemplo, haciendo que la verdad se encarne en hechos… Séneca casi en estado puro, estoicismo (humanismo en definitiva)… Pero buscan, como espíritus condenados a una falsa existencia, completamente etérea…, un cuerpo que les albergue…, utilizando la expresión de Marcos Santos Gómez. Filosofía del 15 M: La democracia se hace cuerpo. 2 de nov. 2011).
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Escribe Sheij Abdalqadir al final del capítulo “El fin de un ciclo” de su libro The Interim is Mine: “El comienzo de este nuevo ciclo significa el fin del capitalismo ateo y la apertura hacia un nuevo nomos en la Tierra”. Rais Abu Bakr, en el discurso mencionado al principio de esta charla, declara: “Islam tiene un conocimiento universal, pero es necesaria su ubicación correcta a fin de reactivar esa unidad de conocimiento y acción de los Antiguos Griegos. La cuestión estriba en cómo establecer los puentes necesarios que nos conecten, que conecten Islam, con una actitud antropológica libre de cristianismo, con la Antigua Grecia…
Porque el problema de la Paideia Clásica comienza con el intento por parte del cristianismo de ser su continuación en Europa… Y entrar en toda esta historia de cómo San Pablo y los Padres de la Iglesia, en aquel mundo completamente helenizado, cocinan este mejunje es muy interesante, pero dejémoslo aquí porque no quiero aburrir A Sidi Karim más de lo que ya está… El caso es que, gracias a Allah, las ideas básicas de la paideia antigua fueron preservadas por la filosofía musulmana de la educación. Llegados a esta punto tal vez podamos decir que la paideia griega no fue, en realidad, sino una pro o pre-paideia griega, que se completa en Al Ándalus en una paideia…
El problema está en que muchos europeos preclaros han buscado durante siglos sus raíces en Grecia, tal vez en un intento inconsciente pero liberador de ‘saltarse’ el lastre de siglos de cristianismo, pero se olvidaron de Al Ándalus, exceptuando la intuición y el genio de pensadores tales como Goethe (con su aceptación del Decreto y la doctrina de la Unidad, y a quien consideramos como musulmán), Nietzsche, Rilke…, hasta Heidegger, quien llegó quizás a lo máximo que la Bildung y Occidente podían llegar (sin el Din) cuando en una entrevista con Der Spiegel proclamó: “Sólo un dios puede salvarnos”. Según el escritor Juan Goytisolo (Mensaje del Islam): “El extraordinario patrimonio artístico y cultural de Al-Andalus formó parte durante centurias del mundo occidental antes de ser desalojado de él por la nueva idea de Europa, devuelta a sus raíces helénicas sin intermediario de los árabes, forjada en el Renacimiento. Esa Europa inventada a fines del siglo XV separó brutalmente las dos orillas del Mediterráneo y repudió como ajena la realidad cultural que la alimentó durante la Edad Media.
Continuamos con nuestra tesis: “Si los musulmanes de Al Ándalus transmitieron a la Europa renacentista el legado de conocimiento de la Grecia Antigua, hoy, los musulmanes en Europa, afrontamos la recuperación del sentido más profundo de la paideia en Europa a través del establecimiento de los parámetros (entiéndase: espirituales, políticos, económicos, de relación social y de comportamiento –adab−) del Din del Islam. El pensador John Findlay sostiene que si hablas de la ‘religiosidad del futuro’, tendrías que hablar de ‘una paideia del futuro’.
“La llegada del Mensajero (s.a.w.s.) significó un régimen nuevo para toda la humanidad. Puso a disposición de las criaturas humanas un nuevo código de conducta”. Sheij Abdalqadir en El Libro del Amal “El Islam, en cuanto ‘ibada, es Birr (la acción que es justa) Es la elevación de la humanidad desde el estado de pérdida, Jusr, al estado de recuerdo”. “Birr es la dinámica del Islam vivo” “Aprender a vivir en yama’at” “El Birr vencerá a la oscuridad. Y de ello surgirá el tipo más elevado de seres humanos, los hombres que ascenderán del Birr a la Hermandad de la Futuwwa…”. “Vivir con un propósito, con significado”. Porque los ideales más elevados de la paideia, y más tarde de la tradición caballeresca en Europa, están representados en la FUTUWWA.
Lo importante, lo que hace que tomemos este concepto con seguridad y con propiedad, es que se trata de una palabra, ‘paideia’, que en sí misma reúne este concepto de ‘unidad’, que, sin duda, es lo que el momento actual más necesita. Visión unitaria, en la que formación espiritual es indisociable de educación y cultura… y, a su vez, de la política… Parafraseando a Werner Jaeger cuando define la Paideia como “el despertar a un ideal consciente de educación y cultura para gobernarse a sí mismo”, añadiríamos: “como Jalifas de Allah en la Tierra”; por tanto, la transformación y gobierno de la sociedad bajo la Ley de Allah.
“Luego a ti, dentro de la misma vía, te hemos dado un camino ya trazado. Síguelo, y no sigas los deseos de los que no saben” (Corán, Sura de la Arrodillada -18).
“Te hemos puesto en un camino [shari’atin] que procede del orden, el orden il-lâhico del cielo y de la Tierra.”
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La Escuela del Sheij
Enseñó Pitágoras de Samos: “Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”. Era mi intención en un primer momento dedicar esta charla a entrar con tiempo en el interior de la Escuela del Sheij y desmenuzar toda una serie de aspectos que tienen que ver con el sentido de su alcance, organización, contenidos, posibilidades (en la página web pueden encontrar información sobre todo esto)…, pero consideraba muy importante este preliminar acerca del contexto en que este proyecto pretende estar inmerso completamente. Agradezco su paciencia y sirva todo lo dicho en esa primera parte como explicación…
Sheij Abdalqadir as Sufi nos encomendó esta tarea, La Escuela del Sheij, (a Emir Malik (involucrando a su emirato) y a mí mismo (como alguien que le ayude a llevarlo a la práctica), para Granada, después de la inauguración de la mezquita de Cape Town en abril de 2006 y del discurso que nos dejó entonces como recordatorio a las comunidades de Ciudad del Cabo y de Granada, llamado La Responsabilidad de los Fuqara, y que considero clave para nuestra plaza. Y no se trata construir una escuela al uso, sea cual sea el adjetivo que se le quiera poner: ‘islámica’… Nuestra intención, no es otra que realizar, en el más alto grado posible, el significado pleno de educación… La Escuela del Sheij pretende servir como correa de transmisión de sus enseñanzas a las nuevas generaciones a la vez que ser un elemento dinamizador dentro de una sociedad que está en un proceso de transformación…
Y digo esto a sabiendas de la situación que parece general entre los musulmanes en España: de su desconocimiento de las prácticas más elementales de las transacciones comerciales, laborales y económicas correctas, dentro del Din, de la cada vez más extendida tendencia ecuménico-religiosa (esto es lo que al menos señalan los resultados del último Barómetro Anual acerca de los inmigrantes musulmanes de 2010, que acaba de salir a la luz– son muchos los que admiten que todas las religiones son iguales, por ejemplo) y su confusión con respecto a conceptos como integración o la idea de qué significa tener éxito dentro de este sistema, o cómo en lo referente a la enseñanza, la generalizada reivindicación a nivel de toda la península de las clases de religión en la escuela pública…
Tenemos en Barcelona un profesor ateo que quiere hacer una escuela para musulmanes, porque es testigo de la falta de igualdad real y de respeto hacia los niños y jóvenes musulmanes que durante 31 años han sido sus alumnos… Un ateo convencido, y anarquista por demás, ‘se indigna’ ante la realidad que se vive en Cataluña y quiere hacer algo…, y nos pide si podemos ayudarle… Me pregunto en qué están pensando los musulmanes y los imames de estos musulmanes de los cientos de mezquitas que hay en Cataluña… Pero, por otro lado, hay algo, que también reflejan estas encuestas, que es estimable: y es que, a pesar del gran desconcierto reinante en muchas cuestiones que les atañen, prevalece en una gran mayoría su identidad musulmana sobre la nacional, el sentimiento de pertenecer a una entidad mayor y universal, la Ummah…, además de la fortaleza de los lazos familiares… Esto es algo a nuestro favor… y, evidentemente, como reflejan las conclusiones de este estudio, un factor inquietante a tener en cuenta…
Nuestra pretensión no es tanto ‘establecer una institución’ como participar en el proceso de transformación de la sociedad… La cuestión está en cómo la comunidad musulmana vive (asume y resuelve) el proceso social y económico… Porque, y en palabras de Rais Abu Bakr: “El concepto revelado de un orden económico que funciona equilibradamente abre la posibilidad de un nuevo Nomos”. La palabra ‘educación’ es una palabra-moneda que va de mano en mano, completamente devaluada, y que ya no representa el valor real de lo que significa una verdadera formación. Existe, por tanto, un paralelismo y una indisociable conexión entre la necesidad del cambio del dinero a una moneda real (oro y plata) y la transformación a una educación transformadora, liberadora y absolutamente ‘conectada’ a todos los aspectos que conforman el devenir de una sociedad. Esto es paideia.
Con la acción de dirigirse a los musulmanes en sus propias mezquitas, como ha empezado ya a hacer el grupo coordinado por Hayy Abdessalam, y el plan que sobre la moneda y la economía está empezando a andar, y otras iniciativas, como toda ocasión en la que Allah, subhana wa ta’ala, nos ha permitido tener escuelas en marcha, o la enseñanza actual desde hace ya más de dos años por las familias, especialmente las madres, con sus hijos, son las que necesitamos realmente, a pesar de que puedan parecer pequeñas…
Y si todos estos intentos, sean de la naturaleza que sean, no fructifican, será de otra manera, pero lo que está claro es que ha de ser desde un núcleo de gente, de esta poca gente… Lo que se dirime, a mi entender, y para un futuro no tan lejano, es nuestra capacidad de liderazgo real sobre la sociedad musulmana, por el empuje, el adab y el amor que se genere entre nosotros… Por eso esta escuela es algo muy arriesgado y no consiste simplemente en comprar un terreno, construir unas instalaciones y poner en marcha una organización académica (que ya de por sí es un trabajo ingente)… La Escuela del Sheij es un proyecto que significa un enorme reto: porque su éxito está unido a la posibilidad de que la sociedad musulmana en Granada, en España… comience a reactivarse en un sentido firme y unívoco hacia la puesta en práctica de la mil’la islámica en su vida cotidiana y su costumbre, y de los elementos de la muamalah… en sus relaciones económicas… Porque ¿de dónde vendrá, si no, esa confianza y ese honor del que hablaba Sheij Umar Ibrahim Vadillo en la entrevista publicada recientemente en ISLAM HOY, como los elementos que han de sustituir a este sistema de sistemas, basado en la desconfianza, la avaricia y la falta de compasión…
La naturaleza de esta escuela es ser para una sociedad musulmana en acción… Nace para lo que tiene que venir, no para traicionar al Din del Islam ofreciendo ‘éxito académico’ para triunfar en este sistema, o para reparar lo que este sistema estropea, o para encontrar un punto de unión, ecuménico, con cristianos y gente interesante y espiritual… Si alguien piensa que es demasiado pronto para ello, que la sociedad musulmana está muy lejos de poder soportar una escuela de estas dimensiones en Granada y aun en España, sólo le diré que no podemos intentar hacer menos que esto… Porque nuestro Sheij nos lo ha indicado… Con sus propias palabras: “El renacer de la Futuwwa es un asunto de nuestra total incumbencia”…
Esta es nuestra postura, y nuestra dignidad, con respecto a los musulmanes que viven en nuestra tierra… Y no ha de ser sino a través de la conciliación entre los musulmanes inmigrantes de todos los orígenes y los conversos autóctonos… Entre ellos, entre toda esa gente considerada y tratada como de 2ª o 3ª clase, hay verdaderos diamantes por pulir…, a quienes podemos ofrecer una formación digna de príncipes… Elevada en todos los órdenes… Lo mejor (aristos) para los que hoy son los últimos. Ya no podemos estar construyendo proyectos de elite, entendiendo como tales a nuestros hijos en exclusividad, sino encarar la elite que representa el conjunto de las nuevas generaciones musulmanas, porque igual que el waqf representa la superación de la dialéctica Estado-empresa y sus correspondientes escuela pública-escuela privada, hemos de intentar superar en nuestros planteamientos la dialéctica: masa-elite, para dirigirnos no una masa sino a la generalidad de la población musulmana, rebosante de vigor…
Ya nos señaló Sheij Abdalqadir hace muchos años que “la nobleza no se adquiere en una institución, que sólo puede manifestarse en una sociedad limpia”. La Escuela del Sheij está dirigida a las etapas: infantil, primaria y enseñanzas medias. Cada una de ellas cumple una función esencial, enmarcadas dentro de las tres fases naturales del crecimiento…, la edad de la belleza, la edad de la bondad y la edad de la justicia…
Cada paso prepara el siguiente, de tal manera, que desde los cuatro años, el periodo del desarrollo en el que el niño se construye a través de la actividad física y del juego, el pequeño comienza su edad escolar con los seis/siete años, y su reencuentro con la fitra a través de los primeros pasos de su mirada reflexiva, natural e instintiva, imitando, hasta alcanzar con los nueve/diez años el equilibrio perfecto de la infancia, cuando las normas son absorbidas sin conflicto, en paz… y así el jovencito entra en las mejores condiciones en el camino del florecimiento del discernimiento y del intelecto…
Pero si llegando a este culmen de su capacidad para asumir la justicia en sí mismos, desde sus familias hasta el mayor nivel de la sociedad, no está rigiéndose por la justicia y el orden, o sin tan siquiera, en su defecto, encuentran en sus mayores la lucha por establecerlo, ni la compañía de hombres y mujeres que les ‘maravillen’ –thauma−, que les impulsen, inciten, a imitarles, les faltará lo esencial, el espejo en el que poder mirarse: el reflejo de lo mejor…
La educación sólo lo es realmente cuando contempla a cada persona en el contexto de su vida entera. Lo importante –educativamente hablando− es el devenir, el propio proceso de ‘reeducación’ continua hacia el perfeccionamiento que no acaba sino con la muerte. De otra forma no puede entenderse el trascendente sentido de cada etapa de la vida. Y esto ha de guiar la educación de una persona sin que en ningún momento se pierda de vista… Lo que importa es una regeneración desde la edad infantil hasta la vejez –hoy tan despreciada por estar fuera de la ‘edad productiva’−, de tal forma que cada edad cumpla su papel como transmisora, a través de todas las etapas del crecimiento, de las experiencias vitales propias, de nuestros más valiosos aprendizajes a las nuevas generaciones. La escuela ha de partir de una mirada que contemple al niño desde la raíz, vinculada estrechamente con su pasado familiar y sus circunstancias sociales, y respetará y estimulará el espacio ‘educador’ de cada elemento integrante de la sociedad, en su medida natural: padres, hermanos, abuelos, tíos, parientes cercanos y lejanos, allegados, vecinos, hombres y mujeres de conocimiento y de servicio…
La clave de la cohesión social estriba en evitar que se produzca un vacío existencial entre una generación y otra. Porque La Escuela del Sheij ha de trascender la importante labor educativa con las nuevas generaciones y la indispensable coordinación de los escenarios escolares y no escolares…, ofreciendo un espacio de conocimiento a todas las edades y todos los niveles… Sirviendo de espacio como punto de encuentro de ambas orillas continentales, como espacio donde convergen nuestras dos tradiciones (nuestro Din y lo mejor del pensamiento y la filosofía occidental), y como cabeza de puente en Europa de toda nuestra tradición de conocimiento del norte de África…
Y en el terreno pedagógico, lo que es necesario comprender es que no queda otra alternativa que los maestros… Pero aquellos que han hecho una carrera tienen que darse cuenta de que el mayor perjuicio del sistema educativo con su broche final, la universidad, no es la falta de Tawhid (con todo lo que esto supone)… El mayor daño es que les ha debilitado, y que tienen que luchar para ‘reeducarse’ de nuevo… La Escuela del Sheij es un intento ‘realista’ de poder poner en práctica lo que deseamos sin que pueda ser desmontado por el Estado, muy consciente de sus circunstancias y condicionamientos…, pasar por el tubo de la ola sin que ésta nos destroce, para salir por el otro lado airosos, firmes y equilibrados en nuestra misión… Pero todo eso está en manos de Allah, Quien todo lo puede…
Tal como el sabio Quirón educó a los héroes, en una cueva del monte Pelión, hemos de proteger a nuestras nuevas generaciones; propiciar con amor y paciencia el despertar y el desarrollo de todas sus facultades y favorecer la manifestación del liderazgo y la magnanimidad. Y terminamos con las palabras de Sheij Dr. Abdalqadir as Sufi: “Los que todavía están afectados por el miasma del capitalismo preguntarán: ¿Cómo va a ser posible? ¡No tenemos la fuerza necesaria!” “Los jóvenes nobles, los Compañeros que acaban de salir de la Cueva del siglo XXI, les responderán: “Cuántas veces ha ocurrido que un pequeño grupo ha conseguido la victoria sobre otro mucho más grande gracias al permiso de Allah. Allah está con los que perseveran”.
Muchas gracias,
assalamu ‘alaykum.

Reflexiones sobre educación

En los últimos dos días hemos aprendido mucho sobre los inspirados proyectos educativos que ha emprendido nuestra comunidad en la actualidad y las excitantes posibilidades que nos deparará el futuro. No obstante, me gustaría empezar dándome el gusto de hacer una pequeña retrospectiva con la que volver a la Norwich de principios de los ochenta y nuestro primer intento serio de educar a los niños de la comunidad de una manera estructurada. Iniciamos algo que se llamaba el ‘Proyecto de Educación Islámico’ y que fue, al menos desde el punto de vista histórico, el progenitor de todas las iniciativas educativas que han tenido lugar en nuestra comunidad desde ese momento. Sucedió cuando la primera oleada de niños nacidos en la comunidad llegó a lo que se puede denominar ‘edad escolar’, sufriendo la presión de que suponía introducirlos en el sistema educativo estatal o ser nosotros los que satisficiéramos sus necesidades educativas de forma aceptable. En el sistema británico es relativamente fácil educar a los niños fuera del sistema, siempre que se pueda demostrar a las autoridades que esos niños no tendrán una excesiva desventaja con la educación que reciben.
Tres fueron los ámbitos que propiciaron nuestra decisión de asumir la educación de nuestros hijos y que, de forma más o menos exacta, pueden englobarse bajo los siguientes titulares: pedagógico, político y social. Hablando desde el punto de vista pedagógico, queríamos basar la enseñanza en nuestros propios valores y tener un control absoluto del currículum. Desde el punto de vista político era evidente que, para la mayoría de los niños, la fuente de poder dominante en sus vidas serían las autoridades educativas; para contrarrestarlo, nosotros pensamos que si manteníamos en nuestras manos la educación de nuestros hijos, ellos seguirían percibiendo que el poder dominante era el Islam. En lo que respecta a lo social, la intención evidente era impedir que los niños fueran totalmente asimilados en los patrones sociales al uso que son, y siguen siendo, contrarios al Islam en muchos aspectos vitales. Nuestro objetivo manifiesto en todas estas cosas, era dar a nuestros hijos la mejor oportunidad posible de definirse como musulmanes en un entorno que haría todo lo posible para impedirlo.
En consecuencia, el modelo que diseñamos fue combinar en cierto modo la madrasa tradicional con una escuela primaria muy sencilla; cada día comenzaba con un par de horas de Corán y estudios islámicos básicos para luego continuar con las tres ‘es’ (leer, escribir, aritmética), a las que luego se añadían ciencias de la naturaleza y la actividad física. Al principio conseguimos llevar a cabo este proyecto en la mezquita para luego tener otros escenarios más estructurados desde el punto de vista educativo; lo hicimos durante cuatro años hasta que fue evidente que era imposible seguir haciéndolo. No quisiera entrar en detalles sobre las variadas razones de esta situación, pero giraban en torno a la falta de profesionalidad, la imposibilidad de satisfacer las necesidades educativas especializadas de algunos niños, la preocupación de los padres relacionada con la escasa apertura ante el mundo exterior, y nuestra incapacidad de pasar con éxito a la educación secundaria. En todo caso, el proyecto sí logró el objetivo original: reforzar la identidad musulmana de la gran mayoría de los niños implicados (demostrado por el hecho de que casi todos ellos siguen siendo musulmanes comprometidos hasta el día de hoy), además de suministrar una base más que correcta de las técnicas básicas (demostrado por el hecho de que muchos de ellos lograron títulos académicos de importancia en los años posteriores).
Lo que primero nos motivó a la hora de afrontar esta empresa quizás demasiado ambiciosa ─y lo que también ha propiciado casi todas las iniciativas educativas asumidas por la comunidad desde ese entonces─ fue nuestra comprensión, confirmada de muchas maneras por las enseñanzas de nuestro Shayj, del ayat dirigida a los kafirun: “lakum dinukum wa lia din – para vosotros vuestro Din y para mí el mío”. Esto es, nuestra comprensión de que el Islam es tan fundamentalmente diferente del etos modernista tan dominante y extendido a escala universal en el mundo de nuestros días, que no teníamos más alternativa que contrarrestarlo de todas las maneras posibles, especialmente en lo que respecta a nuestra educación y la de aquellos que son nuestra responsabilidad. Como muy bien sabemos, Shayj Abdalqadir ha dedicado toda una vida a hacer precisamente esto.
En mi charla del año pasado también empecé con la Surat al-Kafirun; mi tesis fue que la versión actual y dominante del din al-kufr era el resultado de la erosión total ─motivada por la visión del mundo modernista enraizada en el materialismo científico─ de una comprensión verdadera del tawhid. En consecuencia, todo intento de restablecer el Islam de manera significativa, tiene que estar basado en recuperar esa verdadera compresión del tawhid que permitió a las primeras generaciones de musulmanes poner a un lado todo lo que intentaba obstaculizarlos. Esto es lo que diferenciaba a su Din de la incredulidad de los que les rodeaban, eso fue la luz penetrante que despejó la oscuridad y la ignorancia del mundo de esos días y lo que lo iluminó durante muchos siglos posteriores. Lo que se deduce, es que este factor diferenciador fundamental debe estar presente en el núcleo mismo de todo proyecto educativo que afrontemos puesto que, como reitera una y otra vez el Libro de Allah, el tawhid no es algo que se puede enseñar en clases sobre la aqida.
El Corán engloba todos los aspectos de la existencia: teología, escatología, ley, historia, psicología, la naturaleza y mucho más; pero lo que queda patente en todo caso, es que estos asuntos están en manos de Allah, están bajo Su control directo en cada instante. No hay estrella que brille con independencia de Él, no hay planeta que gire con independencia de Él, no hay catástrofe natural que ocurra con independencia de Él, no hay viento que sople con independencia de Él, no hay hoja que caiga con independencia de Él, no hay planta o árbol que crezca con independencia de Él, no hay pájaro que vuele con independencia de Él, no hay barco que surque los mares con independencia de Él, no hay batalla que se luche con independencia de Él, no hay cosa mala o buena que suceda, en nuestro interior o en el exterior, con independencia de Él. Y si luego estudiamos las ayats que hablan de las normas legales más áridas, herencias, transacciones comerciales, matrimonios y divorcios, veremos que en todos los casos, Allah se involucra en los procedimientos de una u otra manera. Su Presencia es continua y omnipresente en todo lo que ocurre, y es absolutamente necesario que eso esté presente, de manera explícita o implícita, en las instituciones educativas que queremos establecer.
Otra forma en la que nuestro Din está en desacuerdo con el mundo que nos rodea, es la forma en que entendemos el tiempo y el espacio. Esto es algo que nosotros, como musulmanes, sabemos de sobra pero a lo que no damos la importancia que merece. En estos días estamos rodeados de festividades relacionadas con la Navidad y el Año Nuevo. Y este año celebramos el Mawlid de nuestro Profeta, salla’llahu ‘alahi wa sallam, justo en las mismas fechas. Lo importante en este asunto es que el año que viene ya no será igual. Cuando el emperador Constantino incorporó el cristanismo en sus dominios y lo convirtió en la religión oficial del imperio, hizo coincidir las principales celebraciones cristianas con las grandes festividades paganas de la religión antigua del imperio. Estas festividades estaban basadas en los cambios estacionales del año solar y los ritos paganos que los acompañaban. La Navidad es, por supuesto, un ejemplo característico, y en nuestros días ha perdido por completo su conexión cristiana para regresar a sus orígenes paganos. Al vincular nuestro calendario y celebraciones al ciclo lunar, el Profeta, salla’llahu ‘alayhi wa sallam, garantizó que el mundo musulmán jamás se vería atrapado en el retorno a las prácticas paganas ni en la excesiva estructuralización del tiempo que propicia la dependencia del calendario solar.
Lo que se aplica a los meses y los años también se aplica a los días. En Inglaterra la descripción al uso de un día de trabajo es de 9 de la mañana a 5 de la tarde. Aquí y en otros lugares puede haber una pequeña diferencia, pero el principio sigue siendo el mismo. Las vidas de las personas están regidas por el reloj: por un rígido tiempo mecánico. Para el musulmán, el tiempo diario está regido por el movimiento del sol a lo largo de todo el año y la forma en que esto afecta a las horas de la oración. La duración del día varía de forma considerable con los cambios estacionales. Esto no significa que los no-musulmanes no perciban los cambios de estación, sino que se han autoimpuesto una estructura fija que les obliga a seguir un esquema inmutable. Los musulmanes inspiramos y espiramos con los cambios de estación. Esto no quiere decir que nosotros no tengamos una estructura, sino que la nuestra es flexible y se mueve con los ritmos naturales del año. Esto tiene un efecto sobre el individuo más profundo que lo que a veces se imagina, hecho que pude constatar con algo que me ocurrió en Marruecos hace muchos años.
Estaba pasando unos días con el Shayj Sidi Salih, rahimahu’llah, para asistir al moussem del verano que esta rama de nuestra tariqa celebra en las alturas del Atlas Medio, cerca de la tumba de su abuelo Sidi Tayyibi. Este había sido enterrado bastante más abajo, cerca de la Zawiyya ash-Sahyj, pero fue enterrado de nuevo en la parte alta de la montaña al haberse aparecido a su hijo en un sueño, tras la llegada de los franceses, diciendo que quería ser enterrado donde éstos no pudieran alcanzarlo. Al final su tumba se convirtió en el último lugar de la resistencia de los que lucharon contra la presencia colonial francesa en Marruecos. El caso es que cada agosto surge todo un pueblo de tiendas de campaña de color negro y se reúnen todos los fuqara de la zona con sus familias para hacer dhikr, comer cordero y mostrar sus hermosos caballos. En esta ocasión determinada estaba entre ellos un anciano cercano a los ochenta años, que había venido desde Casablanca para experimentar la vida de los fuqara en primera persona.
Una mañana, el muadhdhin anunció la hora de faŷr. Para hacerlo se subía a una roca elevada de las inmediaciones, esperaba hasta percibir la primera luz del alba y luego daba el adhan. Esa mañana, una vez terminada la oración, el anciano mencionado se acercó al muadhdhin y le dijo que había dado el adhan antes de tiempo. Sacó un horario de las oraciones y un deslumbrante reloj de bolsillo de plata para mostrarle el momento en el que, según sus cálculos, tenía que haberse dado el adhan. El muadhdhin le dijo que había visto la luz en el cielo, pero el anciano insistía en que la hora no había sido la correcta. Algunos de los fuqara de mayor edad intervinieron en la discusión, pero el anciano no abandonaba su postura; era como si su propia vida dependiera de ello. La cosa siguió de esta manera hasta bien pasada la salida del sol, pero los fuqara no estaban dispuestos a que se saliera con la suya. Entonces, en un momento dado, algo ocurrió en el corazón del anciano que le hizo llorar desconsoladamente. Lloró durante más de una hora, pero cuando recobró la compostura era un ser transformado. Había subido a la montaña coaccionado por cadenas autoimpuestas. Cuando la bajó, era un hombre libre.
Más difícil de identificar con precisión que la cuestión del tiempo, y más difícil de contrarrestar, aunque más importante desde el punto de vista de la educación, es la diferencia entre la comprensión del espacio para el kafir y el musulmán. Esto fue algo que se me mostró de forma vívida en el Rawda del Profeta, salla’llahu ‘alayhi wa sallam. Durante los 80, tuve el privilegio de residir durante un largo periodo de tiempo en Medina y solía, al-hamdulillah, pasar los días sentado en el Rawda. Había un grupo de mauritanos residentes en Medina que habían decidido encargarse de patrullar el Rawda, una especie de mafia sagrada, pero yo tuve la buena fortuna de gozar de su aprobación. Un día estaba yo sentado con uno de ellos apoyados en el enrejado que rodea la tumba. El mauritano se volvió hacia mí y dijo: “Mira Abdalhaqq, tienes que tener mucho cuidado; hay por ahí un montón de embusteros; hay gente que dice que se ha ido a la luna, pero lo que Allah dice de los cielos es: ‘la yanfudhuna illa bi’l-sultan’ ‘y no podrás penetrarlos a no ser con una autoridad manifiesta’, y Él nunca daría esa autoridad a un kafir. Y también dicen que la tierra es redonda, pero lo que Allah dice es: ‘wa’lardi kayfa sutihat’ ‘y fíjate en la tierra cómo está allanada.’ Están mintiendo. No creas una palabra de lo que digan”.
Desde un punto de vista superficial es posible decir que ese hombre era un ingenuo al borde de la estupidez, pero lo cierto es que, a pesar de poder estar equivocado desde un punto de vista empírico, tenía razón al convertir el Libro de Allah en su árbitro para todas las cosas; en lo que no hay duda es que, según la perspectiva del Corán, los seres humanos vivimos con ambos pies firmemente plantados en la tierra con el sol, la luna y las estrellas girando a nuestro alrededor. La visión kafir, dictada por los criterios erróneos del materialismo científico, postula que vivimos en una masa mineral insignificante, una mera parte de un sistema planetario menor que es uno más de los innumerables sistemas perdidos en la enormidad inimaginable del espacio infinito. El Dr. E. A. Burtt expresa con elocuencia las implicaciones que esto tiene para el ser humano:
“Para el nuevo pensamiento triunfante tenía enorme importancia que la autoridad de Newton respaldara esa visión del cosmos en la que el hombre es un endeble e irrelevante espectador (siempre que se pueda definir de esta manera a un ser encarcelado en una habitación oscura) del vasto e intrincado sistema matemático cuyos movimientos periódicos, según los principios de la mecánica, constituyen el mundo natural… El mundo en el que la gente imaginaba vivir, ─un mundo rico en colores y sonidos, un mundo con una armonía premeditada e ideales creativos─ solo existía en la imaginación. El mundo real del exterior era un mundo muerto y silencioso, duro, frío e incoloro, un mundo de cantidades, de movimientos calculables matemáticamente en una regularidad mecánica”.
Para el ser humano el resultado ha sido devastador; lo mismo que si hubiese sido desarraigado de su entorno, tipo pueblo pequeño, donde todo el mundo se conoce, donde la jerarquía está clara y no se cuestiona, donde las relaciones son de sobra conocidas y honestas, cuya atmósfera es benigna, donde todos los caminos han sido más que recorridos, cada rincón conocido y cada medio de subsistencia garantizado, para ahora aterrizar en la alienación e impersonalidad de una megápolis moderna cuyas calles vacías parecen no tener fin, donde cada barrio es igual aunque poco conocido, donde la energía que prevalece es el miedo y la desconfianza, donde incluso los vecinos son gente extraña.
Como acabo de decir, contrarrestar este cambio absoluto de perspectiva no es asunto fácil; a todos nos ha afectado en mayor o menor medida. El resultado es que la gente vive la mayor parte del tiempo en sus cabezas y no en sus cuerpos, algo que D.H. Lawrence indicaba de modo convincente en muchos de sus escritos. El resultado final es el mundo de los videojuegos donde centenares de miles de jóvenes de hoy en día ─y muchos no tan jóvenes─ imaginan vivir toda clase de aventuras, violentas y de otro tipo, cuando lo único que hacen es mover uno o dos dedos. Y muchos de ellos tienen dificultades reales a la hora de relacionarse con el mundo en el que viven. Peor aún es la transferencia de esta tecnología al mundo real donde hombres y mujeres que contemplan una pantalla, pueden masacrar con un drone familias enteras que viven a miles de kilómetros de distancia; y eso no les afecta más que si estuviesen en pleno videojuego.
En mi juventud era un hecho común que muchas personas, jóvenes y mayores, conocieran los nombres de todas las flores y árboles, de toda la flora y la fauna del entorno en que vivían; esto es algo que ahora, en mi experiencia, ya no es normal en absoluto. Lo que demostraba era la familiaridad que se tenía con el lugar donde se vivía. Esas personas estaban, como dice la expresión coránica: “arraigados en la tierra con firmeza”. Esto es algo que debe recuperarse con urgencia, tanto por nosotros como por aquellos a los que enseñamos, si queremos tener éxito a la hora de establecer el Din de Allah con propiedad y pasarlo a las generaciones posteriores. Tenemos que salir de las cabezas para volver a los cuerpos, tenemos que convertirnos en habitantes reales de la tierra y no en mentes sin cuerpo que flotan en un ciberespacio que no existe; tenemos que arraigarnos de nuevo con firmeza en la tierra. Y entonces, desde esa base firme, podremos, insha’llah y con la autoridad que Allah ha dado para penetrar los cielos, aplicar las palabras de Shayj Muhammad ibn al-Habib: “Vuela desde ella, con las alas de la contemplación, hasta el Árbol del Loto del límite más lejano”.
Estos no son más que tres de los factores que nos diferencias de los que nos rodean. Otro es, por supuesto, la prohibición de Allah de la usura cuyo énfasis ha sido un elemento importante en la enseñanza de Shayj Abdalqadir a lo largo de los años y que hemos estudiado desde todos los ángulos posibles en muchas ocasiones. La cuestión es que estos factores que nos diferencian deben ser enfatizados, degustados, enseñados e implementados de todas las maneras posibles si queremos restablecer el Din de Allah en la época en la que vivimos y si queremos dar a la gente una alternativa genuina al camino nihilista del consumismo sin trabas alimentado por la deuda, que les lleva a su inevitable autodestrucción. Hacerlo nos proporcionará el espacio y la discriminación necesarios para poder, de la manera que nuestro shayj nos indica constantemente, alimentarnos de nuestra herencia común y obtener de la historia de la humanidad las lecciones y ejemplos que el pasado nos ha legado; así es como podremos diseñar un camino claro para el futuro de la raza humana.
Hablando del pasado, he descubierto recientemente un pequeño ensayo escrito por Imam al-Ghazali, rahimahu’llah, sobre la educación de los niños. He pensado terminar mi charla compartiendo con vosotros alguna de las cosas que contiene. Al principio del ensayo dice:
“Un niño es similar a una prenda que se confía a sus padres; su corazón puro es una piedra preciosa sin tallar que carece de forma o de labrado, que aceptará ser cortada con cualquier tipo de hechura y cuya disposición seguirá la guía que reciba de los demás. Si se le enseña y habitúa al bien, esta será su práctica cuando crezca y conseguirá la felicidad en ese mundo y en la Otra Vida; y sus padres y maestros compartirán la recompensa. Del mismo modo, si se le acostumbra al mal y no se le presta atención, la miseria y la pérdición serán su suerte, algo de lo que serán responsables su guardián y su supervisor”.
Un poco más adelante, cuando habla del castigo y la recompensa, el Imam hace las siguientes observaciones, modernas y sorprendentes, que contradicen la conducta atribuída a los educadores del pasado lejano:
“Cada vez que se manifieste en el niño una buena acción o rasgo determinado, debe ser admirado y recompensado con algo que le produzca alegría, debiendo ser alabado ante los demás. Pero cuando, y con la frecuencia que sea, haga algo malo, lo mejor es fingir no darse cuenta ni llamar la atención de los demás, especialmente si el niño ha tratado de ocultar la acción con rapidez; hacer público o castigar el acto en cuestión hará que el niño se reafirme en el mismo hasta el punto de que, en el futuro, no le importar que se desvelen e incluso los propicia. Si el caso se repite en varias ocasiones, el niño debe ser amonestado en privado y debe hacérsele entender que es una cuestión de suma gravedad. No obstante, este tipo de niños no deben ser amonestados con excesiva frecuencia puesto que se acostumbrarían a ser denostados destruyendo así el efecto que esas palabras tendrían en sus corazones”.
Lo que quiero resaltar en este ensayo del Imam al-Ghazali, es el énfasis absoluto del buen carácter. Afirma, de forma contundente, que el primer paso esencial del proceso educativo, obligatorio tanto para maestros como para estudiantes, es la consecución del buen carácter, algo que debe impregnar la enseñanza de cualquier disciplina del conocimiento y sin el cual, cualquier conocimiento no servirá para cosa alguna. El Imam admite sin reservas que mucho de lo que dice lo ha tomado del pasado más antiguo. Si tomamos las palabras del Profeta, salla’llahu ‘alayhi wa sallam, cuando dice que él solo fue enviado para perfeccionar las nobles cualidades del carácter, y su posterior confirmación, muchos siglos después, por el gran educador inglés Thomas Arnold, y la insistencia de nuestro propio Shayj sobre la naturaleza vital de la futuwwa en el proceso educativo, podemos ver que el buen carácter ha sido siempre la base y el objetivo de la educación verdadera a lo largo de toda la historia de la humanidad, debiendo nosotros aceptar que debe estar en el primer plano de todas la iniciativas educativas que empendamos. Como educadores, maestros y padres, es vital que sigamos la guía que se nos ha dado y que encarnemos todas las buenas cualidades de carácter para inducirlas en aquellos de los que somos responsables. Solo entonces podremos conseguir la meta tan encumbrada que nos hemos impuesto: preparar una nueva generación de musulmanes para que lleven el Din de Allah a los años venideros.
Antes de partir hacia estos encuentros hablaba de ellos con mi esposa, haŷŷa Latifa; me dijo que, tras muchos años de enseñanza, había llegado a la conclusión de que la educación se reducía a tres cosas: estimular en los estudiantes el deseo por el conocimiento, fortalecer la confianza en sí mismos y establecer una identidad robusta. A mí me parecen ser objetivos muy valiosos y pido a Allah que dé éxito a todas nuestras iniciativas educativas en general, y a la Escuela del Shayj en particular, a la hora estimular el deseo por el conocimiento en todos a los que a ellas asistan, para que así puedan llegar a ser gente de conocimiento profundo y una fuente de inspiración para todos los que se encuentren con ellos; Le pido a Allah que puedan conseguir la confianza en sí mismos necesaria para enfrentarse a un mundo al que se opondrán con frecuencia; Le pido que mantengan su integridad y autenticidad en todas las situaciones, y Le pido que su identidad como musulmanes sea tan poderosa, que la luz del Islam les acompañe a lo largo de todas sus vidas en este mundo y les lleve, sin percance alguno, a la Otra Vida.

Un colegio para jóvenes musulmanas en Granada

Aisha Zubillaga

1-  Quiero agradecer en primer lugar el gran trabajo  y el entusiasmo que emir Malik está desplegando para que La Escuela del Sheij exista. También  a Hayy Muhammad Mujtar por el esfuerzo inmenso que lleva haciendo desde hace años en su apuesta por la labor educativa. Son particularmente valiosas su reflexión constante sobre las  indicaciones y escritos sobre educación dadas por SAQ  a lo largo de muchos años, y sobre diferentes prácticas pedagógicas, así como su  participación activa como maestro en la  experiencia educativa de la Maestranza de Granada iniciada en 1990 y en la Fundación Educativa Al Ándalus.

También merecen un reconocimiento las personas que están  trabajando en Pulianas, educando a los pequeños y experimentando nuevos métodos.

2.- Durante este último año se han puesto en marcha entre nosotros la preparación de dos proyectos educativos para las jóvenes: el colegio para las jóvenes en Granada dentro de La Escuela del Sheij y el Lady Aisha’s College, en Ciudad del Cabo. Ambos son ambiciosos y van a requerir del esfuerzo de muchas personas  que estamos aquí y de otras que no están.

¿Qué he tenido en cuenta  a la hora de dibujar los elementos que van a configurar, inshallah, este colegio para niñas y jóvenes musulmanas?

En primer lugar, las indicaciones de SAQ, y también la experiencia educativa  que se ha realizado durante todos estos años y que se continúa haciendo ahora. Conversaciones con Hayy Muhammad Mujtar.

A esto hay que añadir mis visitas a las  Girls Public Schools en Ciudad del Cabo, que mantienen los rasgos propios del sistema inglés de educación privada  y las entrevistas  a varias alumnas de estos colegios. Lo que he visto en la mayoría de estas jóvenes, aunque no en todas, ha sido  un aprecio por la enseñanza que han recibido; por la atención y preparación del profesorado además de estimar el sistema de funcionamiento escolar. Y en todas ellas he percibido autoestima, confianza en la vida, facilidad de palabra y bastante independencia. Asimismo, en estos colegios la participación de los padres y de las madres en el colegio era activa y  muy positiva, apoyando a sus hijas y al colegio en general  Esto y las visitas a los colegios me han mostrado una enseñanza con muchos rasgos formativos de calidad en estos centros sudafricanos. Todo ello, unido a la reflexión sobre mi  propia experiencia en la enseñanza, es lo que ha nutrido (nutre) lo que voy a exponer ahora sobre el colegio en Granada para las niñas, para las jóvenes.

 

3.-Antes de continuar con este tema me gustaría hablar de Madame de Stäel

Madame de Staël  vivió en Francia en  el siglo XVIII  junto a  la corte de Luis XVI, ya que su padre, Jacques Necker,  fue ministro de finanzas de este. Al estallar la revolución en Francia en 1789, debido a su talante ilustrado, simpatizó con las ideas revolucionarias moderadas y mantuvo un salón donde se reunían las cabezas más brillantes de la época, se exilió de Francia a la caída de la monarquía y se instaló de nuevo en 1797 en  París. Más tarde, con la llegada de Napoleón, cayó en desgracia y sufrió el destierro de Francia. En el libro Diez años de exilio Madame de Staël relata esta época de su vida y hace una crítica implacable de Napoleón, pero esta no es la razón por la que cito este libro. Lo que esta escritora hace a la vez que desgrana este período de la historia de Francia, es juzgar a Napoleón y el comportamiento de muchos personajes públicos en relación con el poder absoluto que crea éste, con el prestigio, el mantenimiento de la riqueza y el comportamiento. Para ello la escritora utiliza una vara de medir que tiene en cuenta tres elementos: la conciencia moral que nace de la creencia en la Divinidad, la firmeza de carácter y la inteligencia. Describe a muchos personajes; unos  que tienen firmeza de carácter, son inteligentes y cultos  pero su conciencia moral es escasa y la someten a la ambición, ellos se pliegan a la voluntad de Napoleón aunque suponga un atropello para otros; otros tienen un sentido moral profundo, son inteligentes pero el carácter es débil, el miedo a las consecuencias de sus actos , a la pérdida de la posición social les lleva a mirar hacia otro lado; también  a quienes la falta de inteligencia y discriminación  aunque tengan las otras cualidades y ello les conduce a plegarse ante las órdenes injustas. Sólo muy pocos  personajes, entre los que ella muestra, unen las tres cualidades y son capaces de ejercer  su libertad con la generosidad, la  compasión y negándose a apoyar los atropellos. Claro está que pagaron un precio alto.

En esta parcela de su propia vida  la escritora da testimonio  de la exigencia de integrar  estos  aspectos dentro del ser humano. De que una persona superior debe cultivar dentro de sí misma estos tres elementos: la conciencia moral, la fortaleza de carácter y la inteligencia.

Y de la literatura, de la historia vamos a pasar a la pedagogía.

 

Objetivos de la Escuela del Sheij para las jóvenes

 

El lugar educativo que promovemos para las niñas y las jóvenes va a tener en  cuenta dos aspectos íntimamente unidos dentro de las mujeres: los rasgos personales, específicos que han de descubrir y desarrollar para conocerse a sí mismas y realizar su propio ser como seres humanos, y a la vez que ellas son el centro de la familia y proporcionan a  los niños y a las niñas los cimientos educativos dentro de ésta.

 

La puesta en marcha del colegio femenino que impulsamos va a favorecer  el reconocimiento de las cualidades positivas propias de las mujeres como son la compasión.  el cuidado y la conservación de la vida, que abarca a la familia a los niños, ancianos, a la tierra; la producción dentro de las casas, (como la costura, las conservas , la transformación de los alimentos en comida), el trabajo doméstico. Trabajos todos ellos que añaden bienestar y riqueza a la familia y a la sociedad  en la que viven, pero que son “invisibles”. Simplemente no se consideran trabajos de importancia  porque no se reflejan en las estadísticas. Hay que añadir también el lugar que las mujeres tienen  en la reproducción humana, la transformación física y espiritual que ellas sufren cuando dan a luz.

 

Si hablo en primer lugar de estas tareas, no es porque pretenda idealizarlas, ni hacer una mística de la feminidad, sino solamente hacerlas presentes, porque en la sociedad en la que vivimos hay una clara infravaloración de todas ellas. A lo  que nosotras aspiramos es a incluir en la educación de las niñas estos aspectos junto con todos los otros componentes necesarios en la formación de las jóvenes para que estas se conviertan en mujeres independientes que tengan un lugar de liderazgo cuidadoso tanto en la esfera privada como en la esfera pública.

 

Pretendemos que al finalizar los años de aprendizaje en el colegio La escuela del Sheij las  jóvenes-mujeres hayan crecido como mujeres conscientes de serlo, de tener su centro interior basado en la confianza en Allah y la sunnah del Mensajero, la paz sea con él,  y a la vez que tengan los instrumentos necesarios para ser miembros activos  y comprometidos que transforman la sociedad. El sentido de la pertenencia a un grupo, a un colegio con unos  rasgos específicos  y formar parte de un círculo de jóvenes  que comparten la misma visión del mundo será un elemento de identidad que en momentos difíciles les dará fortaleza para seguir hacia adelante.

 

 

I.- Un colegio internacional  y trilingüe para las jóvenes musulmanas

 

Será Internacional no sólo porque estará abierto a la ciudad y a recibir alumnas procedentes de otros países, sino además porque ofrecerá  una educación  trilingüe en castellano, inglés y francés dirigida a conseguir el siguiente  resultado final académico al acabar los años de escolarización:

1º Que las alumnas dominen el inglés y el castellano de manera fluida tanto escrito como hablado y conozcan el lenguaje específico académico  de cada asignatura en ambas lenguas. Estos objetivos los llevaremos a cabo de manera flexible y en relación con las alumnas que formen parte del grupo, que seguramente será de gran diversidad teniendo en cuenta la población musulmana que vive en Granada.  Se introducirá el francés  al final del segundo ciclo de la primaria y  el dominio del francés exigido  a las alumnas incluirá el conocimiento fluido de esta lengua, tanto oral como escrito, pero sin la misma exigencia académica requerida para el castellano y el inglés.

2º Que obtengan los resultados satisfactorios en los contenidos de cada asignatura.

 

Además de la expresión escrita, daremos particular atención a la expresión oral de las tres lenguas utilizando para ello, exposiciones orales, debates, programas de radio  y representaciones teatrales, entre otras actividades.

Es significativo que España que durante el siglo XIX y a principios del XX fue un país de grandes oradores en el terreno político, y en la vida social y cultural haya  perdido en gran manera el arte de conversar que se ha reducido muchas veces a fórmulas hechas.

 

 

 

II. Desarrollo de las cualidades del carácter.

 

 

Proporcionaremos  un  entorno estimulante y amplio en el que cada joven tenga la oportunidad de desarrollarse, recibir el apoyo para cultivar la exploración de la existencia, y una educación equilibrada que es académica, práctica y  artística.

Nos centraremos en el avance espiritual, físico, creativo  e intelectual de las alumnas de manera positiva y en el cultivo de las cualidades de carácter. La principal de ellas es el iman la confianza en Allah, el corazón de todo, a partir de ahí se extiende la confianza en la creación, en la familia, el profesorado, las compañeras. Desde esta base, que da forma a la percepción del mundo, se estimulará en las jóvenes la autoestima, la confianza en ellas mismas y sentirse valoradas. Una dinámica en la que las individualidades tengan lugar para ser ellas mismas, sin que sientan que vayan a ser empequeñecidas.  En todas sus tareas se les animará  a coger responsabilidades, a asumir riesgos y a aguantar en las situaciones difíciles; también a  avanzar en zonas desconocidas y a encontrar un equilibrio entre la necesidad del apoyo escolar  y sus propias capacidades para lidiar con los retos que la búsqueda del conocimiento, la vida social  les  presenta.

Íntimamente ligado a lo anterior, y formando parte del mismo proceso de descubrimiento de las cualidades nobles, estará el favorecer en la vida escolar la escucha a las necesidades del otro y una actitud activa de ayuda a las demás. En este sentido lo que proponemos no es ajeno a la vara de medir de Madame de Stael

Se impulsarán el entusiasmo, la creatividad y el buen estilo.

 

Educación para la vida y para la eternidad. Estas jóvenes  van a enfrentarse a muchos desafíos en el siglo XXI. El mundo que les rodea se transforma a una gran velocidad, los valores cambian, la tecnología tiene un lugar predominante en la sociedad y a la vez el sistema económico-tecnológico va mostrando sus fisuras, su  fragilidad profunda.

En mi caza por internet buscando colegios topé con uno de los colegios británicos más prestigiosos. Mirando la página web vi una foto sobre una  conferencia de una profesora invitada, el interés de la foto no estaba en  la conferenciante de pie hablando, sino en los micrófonos, que tenían escrito en la parte frente al público el nombre de la banca J.P. Morgan. Extrañada por algo tan chocante en un colegio, miré el contenido de la asignatura de Economía y uno de los textos básicos del curso estaba escrito por el economista e ideólogo ultraliberal de la escuela de Chicago, Milton Friedman, cuyo pensamiento es la base para gran parte de las reformas económicas que se están dando en Grecia, Italia, España y otros  países.

Pensé, tiene sentido. Entrenan a estas chicas muy bien, porque son parte de la élite de este sistema y así colaboran para que esta élite continúe perpetuándose.

 

En nuestro caso  creemos  que las jóvenes precisan descubrir los roles diferentes que han jugado las mujeres a lo largo de la historia. También comprender   las bases de la economía islámica y tener la  preparación histórico-política y técnica que  les ayude a entender los mecanismos activos en  las sociedades del pasado y de la actual, de manera que les permita planear por encima de las dificultades que se les presenten, para  tener un lugar propio que intervenga en la mejora de la sociedad  y que esté en consonancia con los modelos de actuación musulmanes.

 

III. Primaria, Secundaria

 

El colegio cubre una etapa de la existencia de las chicas que comienza cuando las niñas tienen 6 años, y finaliza cuando  acaban sus estudios convertidas en mujeres de 18 años. Años cruciales en el ciclo de vida de las mujeres: la infancia, la llamada adolescencia, y la llegada a ser mujeres jóvenes. Estas transformaciones tan importantes  ocurren a lo largo de los años formativos del proceso escolar, que,  atento a esta evolución, estará en sintonía con ellas.

 

Los años de la  primaria son quizás los más importantes en  la formación de los niños y niñas, ya que en ellos se  establecen los puntales sobre los que se van asentar las siguientes etapas. Por ello hay que dar una atención particular  a esto  principalmente con  un profesorado comprometido y bien formado

Durante la primaria, las niñas desde un conocimiento  integrado van a desarrollar las aptitudes de la lectura y de la escritura. Las niñas estarán expuestas  a partir de un centro de  interés a actividades variadas  de manera que haya un crecimiento armónico  general, que incremente conceptos, habilidades y valores necesarios para un trabajo posterior independiente.   En este período se dedicará atención a las trayectorias de cada alumna para diversificar algunos aspectos de su educación.

Tanto  la escuela primaria como el colegio  de secundaria tendrán una vida propia y una organización particular, pero no habrá una separación física, con un muro entre las aulas de primaria y las aulas de secundaria.  Sino que habrá espacios de encuentro entre las alumnas más jóvenes y las mayores

 

Durante la secundaria, se  incrementa y se   profundiza  el conocimiento  así como del alcance intelectual y  del interés en desarrollarlo. También se diversifican las asignaturas y se puede elegir entre ellas según los intereses propios. Esta es una fase en la que el pensamiento se despliega , aunque está enraizado en la rica experiencia  y las cualidades internas desarrolladas en los años anteriores de la escuela primaria.

Para ello una de las cualidades necesarias de cada profesor/a es la capacidad para motivar e inspirar  a las alumnas. Las profesoras aparecen ya  como  un modelo de referencia para las alumnas. Una referencia tanto  por sus conocimientos como por su comportamiento.

Métodos imaginativos dirigidos a desarrollar  y mantener vivos el interés de las niñas así como favorecer el trabajo independiente y pensamiento creativo libre, un valor importante para la adolescencia.

Junto a un mayor hincapié en las tareas académicas,  la vida social también adquiere importancia  y la responsabilidad dentro de ella.

 

Contemplamos  también tener  un internado a partir de los 14 años para un número entre 20 y 30 internas como máximo que permita estudiar en el colegio  a alumnas procedentes de otros países.

 

IV.-Movimiento y deporte

 

A lo largo de las diferentes etapas  se dará importancia al desarrollo físico a través del cuidado de la alimentación, y de las diversas actividades físicas (danza natación, atletismo …)

La danza:  La danza en sus diferentes vertientes es una disciplina que armoniza la relación mente y cuerpo, y a su vez desarrolla aspectos tan importantes como la coordinación física, la concentración, la expresión, la creatividad, la consciencia corporal, el enraizamiento sobre las plantas de los pies y por lo tanto en la tierra, la escucha grupal…

Deportes individuales, como la natación, el atletismo. El tenis, el medirse en la pista, la individualidad; el colocar la mente por encima de las emociones es particularmente adecuada en la adolescencia en la que las emociones están a flor de piel.

Habrá otros deportes en cambio en los que el trabajo del grupo y la estrategia colectiva es la base del juego como: hockey, lacrosse, baloncesto.

 

V.-  Creatividad. La creatividad es un terreno muy amplio que afecta a casi todas las áreas de la vida, y así ha de ocurrir en un centro escolar.  A la vez el colegio dispondrá, inshallah, de  un centro de creación que incluya: una sala de danza, otras de arte: pintura , escultura, mosaicos; una escuela de música; un aula de diseño y costura; fotografía , radio, medios audiovisuales.

 

VI.- La naturaleza, el ciclo de vida y los alimentos

 

Estará presente de manera constante, tanto en la observación del terreno, los cambios meteorológicos, como al estar en sintonía con las estaciones. Recibir la caída de las hojas, los frutos maduros del otoño, el frío y la nieve en el invierno. El resurgir de la vida en primavera. Los frutos tempranos del verano  y la explosión de calor. La situación  del colegio rodeado de plantas y agua es ya pedagogía.

Unido a ello exploraremos el ciclo de los alimentos y sus espacios. Cada uno de estos espacios es diferente y requerirá una manera de estar  diferente:

 

  • El primer espacio: el cultivo biológico (la huerta).  Habrá una huerta para el cultivo de diferentes verduras y árboles frutales. Aprenderán a trabajar la tierra con técnicas biológicas, cuidarán las plantas y los árboles y  conocerán de cerca el proceso de vida: nacimiento, crecimiento  y muerte de las plantas.
  • El segundo espacio: la preparación de los alimentos (la cocina). Hacer pan, saber preparar una comida completa de tres platos. Estarán  expuestas a diferentes métodos culinarios que les permita desarrollar sus habilidades en este campo. Aprenderán a hacer conservas (tomates, pimientos…), mermeladas siempre en relación con las estaciones, en los momentos de mayor abundancia de los frutos. Paralelamente a los dos años de bachiller, habrá una escuela de cocina.
  • El tercer espacio: el comedor. El comedor tiene particular importancia.  A partir de los 8  ó 10 años, las alumnas comerán juntas alrededor de  mesas en las que se mezclen chicas de diferentes edades. Las mayores tendrán la responsabilidad en cada mesa. Los móviles  no estarán permitidos

Así el momento de la comida reúne todos los días a gran parte de las alumnas del colegio con las profesoras  y estas pueden seguir el pulso del gran grupo. Proporciona el encuentro entre chicas de diferentes edades y puede favorecer la conversación entre ellas. Es el lugar donde se aprende la cortesía a la hora de comer, el reparto de lo que se les sirve, se acostumbran a comer de todo, se cuida la limpieza y  el servicio a las demás es constante.

 

VI.    Las casas propias de los centros privados británicos.

 

Los colegios para las jóvenes que siguen el modelo de los centros escolares privados británicos  en Sudáfrica, Girls’s Schools, tienen también la división de las chicas por casas. Casas que  no siempre tienen un lugar físico, excepto cuando hay alumnas internas, pero que crean una relación que cruza verticalmente el colegio desde los cursos superiores a los inferiores. Es una relación transversal que rompe la horizontalidad de las aulas y permite aprender a unas alumnas de otras y a las mayores a ejercer su responsabilidad y cuidado. Cada casa puede tener un equipo deportivo, que compita con el de las otras casas, preparar una obra teatral anual, tener un coro. En nuestro caso van a existir  las casas físicas, en las que los miembros de cada casa se reúnen, descansan y preparan actividades juntas

Como dice sidi Muhammad Mujtar, los jóvenes tienen 3 relaciones dentro del colegio. La relación dentro del aula con los compañeros/as y con los maestros y profesores, que es  horizontal y vertical a la vez; la relación dentro de las casas que cruza el colegio desde los mayores hasta los pequeños y la relación con el colegio en general que se da  en las reuniones de todo el centro en el salón de actos, y en el comedor diariamente; en las diferentes celebraciones de la vida musulmana y las propias del colegio a lo largo del año escolar.

Estas relaciones ayudan a salir de  la endogamia de la clase y de las camarillas que se crean muchas veces dentro de las clases y vinculan a las jóvenes con compañeras de otras edades y a todas ellas con el colegio del que forman parte.

 

 

Por último:

 

Quisiera señalar  otros elementos educativos: la participación de las familias y  la apertura a la sociedad. En los colegios privados  sudafricanos hay una parte de la actividad pedagógica llamada “trabajo en la comunidad”, que incluye alimentar a gente que lo necesita, visitas y ayuda a personas mayores, barrer las hojas en lugares públicos. No es una escuela separada de la sociedad, sino en comunicación con ella.

 

 

Para mí  el sentido de estas palabras es  expresar  el deseo de llevarlo a cabo y compartir con los que están aquí el momento en el que nos encontramos.

Estos son deseos, declaraciones de principios que se reflejan en el trabajo de dar forma  al colegio y  se expresan en el diseño arquitectónico de los espacios.

Llevarlo a cabo precisa de un colectivo de profesoras bien preparadas y entusiastas que estén apoyadas por  un grupo de padres y madres apasionados por el proyecto y acogidos por una comunidad que lo sienta cercano.

La puesta  en marcha de la Escuela del Sheij descansa en 3 patas: el propósito  pedagógico, espacios  adecuados  para ello y apoyo económico para que el propósito educativo se lleve a cabo. Las tres patas están  avanzando al unísono, mientras vamos preparando el equipo educativo y perfilando los planes de estudio, las otras dos patas del proyecto: la construcción del colegio y el apoyo económico siguen un curso paralelo.

As salamu aleykum[:]